La rayuela como todos conocemos es un juego de niños, casilleros que inician por la tierra continúan por números que van del uno al nueve y finalizan en el cielo. Un juego que representa la vida, una alegoría del nacimiento, del desarrollo y la muerte. Rayuela también es un libro.
A primera vista la obra presenta una escalera, marcos de cuadros sobre una pared negra -que se completarán con números hasta llegar al nueve más las palabras tierra y cielo, representado las escenas- y en el piso con tiza dibujada una rayuela; los tres elementos sinónimos de una misma idea de inicio y final, son la escenografía principal por donde los protagonistas desarrollarán una prolija y variada coreografía, acompañada por temas musicales que van de Yan Tiersen o Eric Satie al Chango Spaziuk.
El planteo de la idea es desde una perspectiva naif, transparente, una mirada que surge desde la infancia que la evoca y la tiñe y por ello no es azar que la rayuela aunque borroneada por los pies que danzan sobre ella, siempre está presente, y es el inevitable hilo conductor.
Con una narración lineal, y como escriben en la pared los bailarines en el transcurso de las escenas el ritmo es el de un rio, y aunque le den combate, la corriente de agua no detiene su curso y avanza aunque la resistencia sea con amor y esperanza. Intuyó que el combate aquí es una pelea por la felicidad y porque es en soledad, esta felicidad se busca de la nostalgia, desde lo perdido, por ello las valijas como objetos dentro de la obra, por ello los abrazos, imágenes de idas y venidas, del aquí y del allá, tan relevantes tópicos del libro de Cortázar.
Todo lo reseñado hasta aquí son algunas impresiones racionales, por otro lado está el despliegue de los bailarines, lo que ellos hacen con sus cuerpos y la belleza que radica en la precisión de los movimientos atravesando distintos ritmos y técnicas, aquí radica el ojo poético onírico, el trabajo emocional.
A modo de resistencia contra el olvido, cuando la obra se está yendo, se reescribe la rayuela en el piso como un palimpsesto, como un resignificar, pero el arte con tiza es un poco más efímero que la existencia en la tierra y desaparecerá en el simbólico cielo, lejos del peso de los recuerdos.
Un texto para: Rayuela o el juego de la vida / Dirigida por: Analía González. C.E.M. compañía en movimiento.