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Lunes, 29 Octubre 2012 21:59

Enterraremos los trajes...

Escrito por Yanina Rodolico

 

“Es cierto, no hay una felicidad de la estructura; pero toda estructura es habitable. (…) Puedo muy bien habitar lo que no me hace feliz; puedo a la vez quejarme y quedarme; puedo rechazar el sentido de la estructura que sufro y atravesar sin disgusto algunos de sus tramos cotidianos; y esta firmeza del sistema (que lo hace precisamente habitable), puede incluso proporcionarme un gusto pervertido(…)” 

(Barthes, Roland; Fragmentos de un discurso amoroso; Bs. As.; Siglo Veintiuno Editores; 2011; pg. 72).

 

¿Qué pasa cuando la estructura habitable se encuentra saturada por la acumulación? 

Acumulación de objetos, acumulación de basura, acumulación de posibilidades en la vida, de promesas nunca cumplidas. Pero hay algo que ellos, los intérpretes y la directora, si prometen con solo entender el título de esta obra dirigida por Silvina Duna.

Luz. Desorden ordenado en desorden, caos de cosas en desuso, materiales descartables, basura. Solo objetos, que vuelven inminente la presencia de algo humano dentro de tanta chatarra, de lo vivo dentro de lo que está muerto.

Al observar largo y tendido este panorama, una desea que algo/alguien debajo de todo ese montón montado en la escena, se mueva. Efectivamente, de aquí en más muchas de nuestras expectativas serán satisfechas. Así es como se nos presenta ella, Josefina Gorostiza, entre toda esa chatarra, frontal y evidente marcando desde el inicio con su mirada el hecho de que está siendo observada. Pero algo por debajo, un pequeño destello se vislumbra en esos ojos y en ese cuerpo, en su forma de recolectar objetos sin cesar. Ella nos enseña que hay otro espacio donde hay más basura, más caos, más humano, otra persona, un hombre: Alejandro Karasik.

Juntos emprenden el camino de disponer sus acciones para describir el paisaje. Lo describen pero a la vez lo transforman. Panorama de espacio de recolección, de búsqueda, señalar, organizar, separar, acumular, seleccionar, indicar, encontrar: glosario actitudinal del cuerpo en nuestras calles del presente, de la cotidianeidad en esta ciudad, escenario de algo que es esencial pero la mayor parte del tiempo ya invisible a los ojos de los transeúntes o quizás ¿estos han sido anestesiados de tal realidad?

Los intérpretes cohabitan el espacio, no obstante en sus acciones no se logra deducir el objetivo de sus cuerpos, solo quizás nos demuestran eso: ya no existe un fin cierto en ellos. Pero aquí es donde llega la bondad de la palabra, cual hada madrina. La palabra ordena al caos: Establece esa estructura habitable donde uno puede quejarse y quedarse. En este caso la palabra organiza la obra, desde el principio al fin. La describe en primera instancia desde su contenido: todo lo que se comprende como contenido de una obra de danza es traducido al lenguaje porcentual, como si todo aquello que está por detrás de lo visible, el proceso de creación, el pasado y el presente, ese aquí y ese ahora del suceder de la obra, pudiera volverse tangible y mensurable. Y sobre todo informado al público. 

Es a través de la palabra, a través de los monólogos de cada intérprete que podemos acceder al universo de los personajes: desde como nuestro “ser-en-el-mundo” está  enraizado en ese monstruo de sonrisa inmutable llamado Capitalismo, hasta la etimología del ser bailarina en un cuerpo que quiso pero no encontró respuestas.

En la obra el futuro es algo que podría haber sido. Los materiales de los objetos que cubren la escena, la mayoría son descartables. Pero la vida y los cuerpos, no lo son. No podemos desechar nuestras decisiones, no podemos volver atrás y cambiar nuestra existencia cual botella de gaseosa retornable. ¿Entonces qué hacer?

Momentos musicales definidos invitan a presenciar un tiempo de descarga, a través del vínculo físico, agresión mutua, modo de canalizar todo lo que vienen sosteniendo, expresando y ocultando. La frustración y la impotencia relacionan a los intérpretes y sus intenciones. La imposibilidad del cometer, del poder hacer o ser, como también el despliegue de la fuerza humana y el empleo de la misma para controlar al otro, de cualquier forma posible e imposible. El uno despierta al otro de la añoranza de un tiempo condicional o potencial a la realidad de un tiempo presente. Promesa cumplida.

 

 

 

 

Un texto para: Enterraremos los trajes de la fiesta // dirigida por: Silvina Duna - Pablo Ramirez

ABRANCANCHA TEATRO – FESTIVAL ESCENA