Estas son algunas reflexiones que tuve cuando vi “Cartas a mi querido espectador” a principios de este año. Las mismas permanecieron en mi cuaderno de notas, en un archivo de texto en la computadora y en mi mente durante un tiempo, esperando este momento, en el que la obra vuelva a estar en cartel y puedan dialogar. “Cartas a mi querido espectador” se presentó en esa instancia en el teatro El Extranjero, ahora está en Café Müller, y busca entablar un “diálogo” (¿epistolario?) con el público, en vivo, in situ, en el a veces bastardeado “aquí y ahora”. “Estás, estoy –dicen- y nos miramos”. Entonces, me pregunto ¿por qué elegir el formato carta? ¿No resulta contradictorio el elegir un formato que pretende un tiempo de lectura, reflexión y luego de respuesta? … una respuesta. ¿Por qué leer las cartas frente al público y no, quizás, enviárselas? ¿Esperan nuestra respuesta? ¿Acaso no nos distancia aún más esta situación? Habitualmente, cuando uno lee y contesta una carta, dialoga, pero no se mira; y cuando uno está frente a otro, se puede mirar,…