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Lunes, 24 Julio 2017 19:24

En Convivencia DoceVeinticuatro - Segunda Cuadernos de Danza // SEMANA 8

Escrito por Daniel Daverio, Diego Enrique, Adriana Viñals, Luciana Schmit, Rocío Vaccaro

  

Texto realizado por Daniel Daverio para “El vacío en espacio”, seminario coordinado por Martín Piliponsky en el marco del festival 12/24

 

Así habló Super Pili

Buenos días, en 5 minutos comenzamos, dijo Martín Piliponsky.

Buen viaje! Te deseo lo mejor!, dijo Super Pili

¿Como se improvisa en danza?

Super Pili y Martín Piliponsky coinciden en que la improvisación, realmente, no se enseña, sino que se practica. Yo agrego que se incorpora y recuerdo, gracias al encuentro, que se disfruta.

Me había olvidado de bailar tan solo por el hecho de gozar el movimiento, de gozar el tener/ser un cuerpo, gozar que haya otros cuerpos, gozar que todo es y tod@s somos espacio.

Super Pili vino volando en una de esas Pilinaves que lo llevan de continentes a continentes en su Pilivida.

Super Pili me hizo recordar mi niño que baila.

Super Pili tiene poderes mágicos. Chamán del movimiento.

Se descalzó, nos miró y nos invitó a perder la pretensión estética, o por lo menos así lo entendí yo.

Super Pili me recordó el cuerpo de Danielito. Aquel cuerpo que con Aerosmith, Patricio rey y sus redonditos de ricota o Héroes del silencio, se pasaba horas frente o de espaldas al espejo moviéndose, bailando, gesticulando, actuando como que se yo, qué importa... jugando, payaseando, no sé, sabiendo disfrutar el espacio y la soledad. Extrañaba mucho a Danielito.

Super Pili, nuestro héroe o antihéroe, bajó de un pajaro metálico para que yo vuelva a ser Danielito.

Adquirir herramientas, ser profesional, estudiar, tener un título universitario, proyectarse como artista, componer poesía, producir estéticas, coordinar talleres, documentar, hacer registros, conceptualizar, analizar, dirigir, aprender un texto, escribir, ver obras, ensayar, ensayar, ensayar, difundir, ensayar, ensayar……………………… me ha alejado de Danielito.

Super Pili nos insinúa “el eterno retorno”.

Sus quimeras de improvisación hechizan y hace resurgir en mí la primer llamita vital que me impulsó, aterradísimo, hacia el juego escénico delante de otras personas.

Hay otros héroes, somos héroes diferentes, lo sé. Están los que te exigen disciplina y constancia, los que explotan la creatividad, pero igualmente importantes son los que te hacen volver a ser Danielito una vez más.

Luego de inhalar, exhalar y transpirar colectivamente, Super Pili expandió en multitudes su pecho y habló así a nosotros y a su corazón:

No trabajo con metodologías porque finalmente fijan, si no con mecanismos que posibilitan la adaptación en diferentes circunstancias.

No hay que hacer esfuerzo, el cuerpo tiene muchísimas posibilidades ya de por sí y contiene la memoria de miles de años de evolución.

Luego nos ofrece la sala, hoy Pilisala, para bailar en todas direcciones. Me mareo, me detengo, algo anda mal. Super Pili está justo frente a mi y me hace un gesto con su boca extremadamente abierta. Me sugestiona y sugiere que suelte la lengua, relaje la boca y suavice los labios y la garganta.

Luego predica:

Hay que jugar juntos hermanos míos, yo os traigo las buenas nuevas. Debemos estar con el otro sin saturar y sin perder la individualidad que es tu centro. Si nos descentramos aparecen los conflictos con el otro. Miles de parejas se saturan o se cargan de pretensiones de esta forma.

Las pretensiones son el primer motivo de las frustraciones queridos danzantes.  

Todo está, todo es movimiento, si no hay movimiento es la muerte.

Deprimirse es colapsar.

El cuerpo siempre tiende a sanarse, pero no crean hermanos míos que solos y salas podemos curarnos, siempre necesitamos del otro. Uno no es nada sin el otro, siempre hay un otro para sanar, para desarrollarse, para aprender.

Siempre digo que el improvisar es como ir a la jungla, siempre debemos estar alertas.

He sido arquitecto y por ello obsesiono con el espacio. Es el espacio donde somos y es ahí donde se aloja infinita información. Nuestros humildes y mundanos ojos solo nos permiten ver el cinco por ciento de lo que hay a nuestro alrededor. Hay bacterias, ácaros, humedad, luz, temperatura, almas, energía hermanos! y otras cosas inexplicables……

Dichas estas palabras Super Pili saca metros de lengua conmovido por decir. Ridiculiza sus propias palabras, nos mira, nosotros reímos, él también, nos hacemos uno, somos lo mismo, bailamos.

Me muevo a millas de él pero escucho su susurrar: Dany…... Dany……. baila desde la columna hacia fuera, todo surge desde la columna….... No sé si fueron palabras, no sé si sólo las escuché yo, no sé cómo llegó hasta mi oído ¿Hablo desde mi interioridad?. Lo cierto es que modifico mi espacio, ahora juego a la proyección. Y sigo escuchando la voz:..... tu espalda Dany…. tu atrás, baila con tu espalda, conectate con tu pasado….

Posteriormente nos detenemos y él continúa su pregonar:

Que no se corte el movimiento, que sea orgánico, fluido, circular, auténtico, con soltura, que no se contenga y que se proyecte todo lo que son.

Hay que hacerlo fácil. Las rodillas fáciles. Las muñecas fáciles.

Hay que conectarse con la tierra.

Hay que conectarse con la tierra, con el otro y con uno mismo.

Hay que conectarse con la tierra.

¿Un mantra? me pregunto. Por consiguiente entramos y salimos mil veces al suelo. Corremos y giramos solos y acompañados. Super Pili contempla mis ojos, él no mueve la boca, sin embargo escucho: Dany….. conectá tus manos con tu centro…..

Martín Piliponsky escribe en su celu o en su compu, conduce su auto, abre y cierra puertas, se prepara el café con leche, se aprieta un grano, todo lo hace con sus manos. Super Pili proyecta su energía con las manos. Él tiene supremacía en sus mágicas manos.

Él nos manifiesta:

!Sus manos tienen poderes! Despierten la magia y lo animal de sus manos. Denle vida para protegerse, las manos para entrar en el espacio, para acompañar al compañero, para que te acompañen, para entrar y salir al suelo, las manos son el wifi, los pies el modem.

Super Pili dibuja en el cuadernito de una compañera un mandala. El mandala nos dice que no importan las técnicas, docentes o disciplinas, debemos encontrarnos a nosotros mismos. Hay que conectarse con la tierra. Las manos. Las manos!!! grita desaforadamente.

Nuevamente saca la lengua y abre, de forma sobrenatural, los ojos que miran a todas partes. Tod@s mostramos los dientes, reímos.

Y culmina diciéndose, confesando:

Hermanos míos, la Pretensión a muerto!!

Tanto para bailar como para vivir su humanidad, yo les ofrezco el Super Dany, el Super Facu, la Super Caro, la Super Jose, etcétera.

Embriáguense de ustedes mismos!!!

Disfruten su danza, exploren la jungla.

Así habló Super Pili.

Martín Piliponsky se viste con ropa industrial, se pone unos anteojos muy a la moda y se va como cualquier mortal. Pasando por el banco llega al aeropuerto. Luego de hacer sus necesidades en el baño, simple, sin elegancia, como abatido por su equipaje y sin ninguna gracia, sube al primer avión.

Continuará…

 


 

Texto realizado por Luciana Schmit para “El vacío en el espacio” seminario coordinado por Martín Piliponsky, en el marco de la segunda edición del Programa de Entrenamiento Escénico 12/24.

 

Las manos que no desean

La potencia de entrenar técnicamente sin perderse a una misma. La certeza de convivir en mí para estar con vos. Fui feliz, fui consciente de mi eje, ese que no es estable ni fijo, y no lo hice sola, lo hicimos todos/as: la constelación que estuvo esos 5 días con Martín Piliponsky y sucedió con tanta alegría que algo de esto se despertó en la grupalidad, que aliviamos la sensación de estar fragmentados/as y fuimos cómplices de un deseo humano: queremos dejar de cumplir roles. ¿Por momentos parece que hablo del amor? ¿O hablo de la improvisación? ¿Será que no es posible separar la manera de vincularnos, de la manera en la que entrenamos? Aplicando velocidad, circularidad y afecto.

Cada cual tiene una columna vertebral, está se extiende hasta la lengua, los brazos, las manos y las piernas. “Nos nombramos para estudiarnos” dijo Piliponsky. Fragmentamos o más bien suspendemos partes o elementos para estudiarlos, sin embargo al bailar nos movemos con todo, todo a la vez.

Pienso en lo que contiene al seminario, pienso en  la acumulación, en la danza contemporánea, pienso en doce veinticuatro, pienso en los años 70’, pienso en el 2017, el cuerpo. Pienso en la técnica, pienso en la improvisación. Entrenar en improvisación es atravesar situaciones de vértigo. “La jungla” según Piliponsky, idea a la que adhiero. Desenfocar la mirada, desenfocar la atención, hacerla divergente, despertar la inteligencia de los tejidos, la historia de la supervivencia física guardada en la columna vertebral.

¿Aprender un método o los ingredientes? Unificar mis extremos, usar las manos distinto de “hacer con-“. Que las manos sean una consecuencia de mi centro y mis pies/piernas también, no pensar al cuerpo en “caída”, sino un cuerpo que se eleva ante la gravedad, nos colaboramos mutuamente con la tierra, tomamos energía de la tierra y la tierra toma energía de nosotros/as. Las manos como puente para ampliar el espacio, encontrar en el cuerpo la manifestación de la propia energía dejando que la misma se expanda, si las manos se tensionan o dejamos lo brazos fijos. o las mandíbulas, hay algo del movimiento que se fija. Pero para cada cuerpo es particular, descubrir en el propio cuerpo cuáles son esas zonas de bloqueo o desconexión es una práctica, no se puede aprender a improvisar, hay que practicar. Desarrollar o recordar esa capacidad de estar atentas/os, con una columna vertebral despierta y las extremidades conectadas al centro, conectando el ''peso'', despertando las yemas de los dedos.

Atravesar el espacio físicamente hablando, salir de la periferia, no perderme en mi propia danza. Integrar toda esa información que está en la periferia, alimentar el núcleo, alimentar mi núcleo. Pienso ésto tanto a nivel de espacio y conocimiento, como a nivel físico, el desafío de dejar de circular en la periferia de la práctica para atravesar la misma y profundizar, es aquí donde encuentro la esencia que me dejó reverberando la semana: improvisar es una práctica, no se aprende, por lo tanto no hay error, hay insistencia e intentos, una y otra vez.

Ailen, Facundo, Diego, Josefina, Daniel, fueron algunos de los colegas con los que compartí esta semana. Me interesa el hecho de nombrarlos/as ya que algo singular (más allá de las ganas de entrenar y lo que nos convoca a cada uno a estar allí) sucedió en el cuerpo colectivo, que a mi parecer tuvo relación con una característica del seminario: el humor, el encuentro con el otro, dar confianza a través del contacto, el interés por ese otro, la espontaneidad, ayudarlo/a a ampliar su espacio ampliando el propio . En las improvisaciones, que comenzaron siendo de a dos, el ''cómo separarse'' también era parte del ejercicio, primero de a poco luego generando espacio y cada vez más espacio; lo cual se filtraba de a poco en los vínculo que generamos durante la semana, como por ejemplo en el momento a la salida del seminario-algunos/as  habíamos descubierto que pertenecíamos a lugares cercanos, Bahia Blanca, Punta Alta, Patagonia- no podíamos separarnos, algo nos había dejado unidos, el deseo de seguir juntos/as se dilataba y las horas de la rutina nos obligaban a seguir la vida. ¿Tendrá algo que ver con el haber bailado con nuestras espinas dorsales?

Ésta fue una propuesta elaborada y puesta en marcha desde el primer día: bailar con la columna vertebral del otro/a. El Festival como punto de convergencia de personas de distintas provincias, ciudades o países. Habilitando, a través de un espacio común, convivir con nuestras diferentes maneras de entrenar. Jugar a que todos nos seguimos el juego.


 

Texto realizado por Diego Ariel Enrique para  El vacío en espacio, seminario coordinado por Martín Piliponsky, en el marco de la segunda edición del programa de entrenamiento escénico 12/24.

Lo que hacemos es antiguo

Voy a ensayar un boceto de lo que fue la experiencia del taller con Pili. Cruzaré palabras de él y de todos los que participamos esa semana. Aclaro, digo Pili porque así se presentó, dijo que estaba contento, y comenzamos. Fue una semana intensa de práctica compartida, donde se entremezclan las voces y los cuerpos; se hacen difusos.  

Nos movimos en relación a, en vínculo con, la tierra, nuestro centro, los otros, y el espacio que como grupo generamos.

La danza entendida como práctica y no como enseñanza nos aleja de la idea de “lo que hay que hacer” para bailar, de “lo que hay que tener”, hace flexibles los límites que nos imponemos. La técnica y el rigor solos no ayudan a bailar, sino la intensidad y el rigor de estar en la tarea de evolucionar en mi propia práctica; no se aprende y nunca se termina. Es algo que no puedo aprehender, intentar sostener una forma es intentar sostener el tiempo.

El camino que recorrimos esa semana nos llevó a experimentar la relación entre nuestro cuerpo y la tierra, como canales que intercomunican y mutuamente se retroalimentan. Mi peso sobre el piso es un vínculo constante que beneficia a ambas partes, es lo que permite la circulación, el contacto con otros, la transformación mutua, la evolución.

Trabajamos mayormente improvisando, ensayando modos de contacto con el piso, el espacio y los otros. Estamos siempre en contacto con, aunque no percibamos gran parte. Practicamos cómo mantener nuestro núcleo firme para poder relacionarnos con otros, dejando entrar, dejando pasar a través y soltando. Nos sirvió para experimentar que este dejar entrar, dejar pasar y soltar genera conciencia. Para poder dejarnos se nos hizo necesaria la confianza, que encontramos en el cuerpo, en esa misma práctica; en esa negociación donde si nos centramos demasiado en el otro, nos cerramos en una falsa atención y si nos focalizamos demasiado en nosotros, dudamos, nos ponemos rígidos impidiendo modificarnos. Parafraseando a Roberto Esposito diría que si me encierro en mí, me alejo de lo que me rodea, me vuelvo inmune, inmutable, aséptico, rígido y frágil. La única forma de que el hombre sane es en comunidad, dejando entrar, dejándose contaminar por el afuera, así nos fortalecemos, nos volvemos flexibles, porosos, permeables, mutables. Así la célula, que mantiene su núcleo, permite mediante su membrana la entrada y salida de alimento y desechos, de virus o bacterias que pueden llevarla a otro estadío o fortalecerla. Es parte de lo que nos permite vivir, procesos que se dan continuamente, incluso ahora mientras escribo, respiro afirmando este mecanismo una vez más. Es lo que nos permitió llegar hasta acá, hoy, ahora. Qué puede hacer este cuerpo, qué memoria queda en el de la evolución, en mi danza, qué es igual y al mismo tiempo no es lo mismo, ¿quién dice qué puede hacer nuestro cuerpo hoy? Parece que nos fuimos de tema pero estamos justo en este ensayando de como desenfocarnos, sin que desaparezca el núcleo, para permitir que aparezcan nuevas posibilidades vinculares, nuevas relaciones al dejar entrar lo periférico.  

Improvisamos mucho, para nosotros, para los otros, intentando no mostrarnos, sino dejándonos ver. Decidimos improvisar. Hace poco en Labra (revistalabra.com.ar/que-le-pasa-al-pensamiento-cuando-se-pone-sensible/) Marie Bardet decía “La `apuesta de improvisar´ es la posibilidad de estar haciendo, escuchando lo que se está haciendo y editando lo que está pasando en el momento.” creo que estuvimos practicando esta posibilidad, con atención, como si estuviéramos en una selva. Un como sí que dista a veces de ser una metáfora, como si hacer danza en Argentina hoy fuera algo fácil, como si bailar fuera solo moverse, como si existiera un lugar, un modo distinto. No, no hay contexto ideal, y aceptar eso es aceptar la posibilidad de evolución de la propia práctica. La imposibilidad de la transferencia de la experiencia, la posibilidad de generar nuevas experiencias.

Hablamos, nombramos esto, para poder estudiarlo. Las palabras bordean, limitan, circundan, acompañan, potencian la experiencia, aunque no pueden explicarla. Ésta sólo que se traslada en el cuerpo, es intransferible, por eso estamos juntos, para generar nuevas, evolucionar. Experiencias que son haiku, insight, satori, la palabra que quieras pero que no alcanza para explicar lo que pasa cuando estas frente a frente con algo que lleva miles de años ahí.

Cada uno llevó su propia práctica un poco más allá.


Texto realizado por Adriana Viñals para Asymetrical-Motion, Seminario coordinado por Lucas Condró, en el marco de la segunda edición del programa de entrenamiento escénico 12/24

Umbrales de un presente continuo

La palabra danza no existe, sólo existe ser, llegar a ser

Carolyn Carlson

 

Podría haber decidido tomar el Seminario sólo como observadora, ver qué están haciendo hoy los bailarines, qué caminos buscan transitar y qué propuestas generan quienes enseñan. Pero no, decido sencillamente sumarme como una más y pasar por esa experiencia intentando hacer y pensar, ver y sentir, desde adentro.

Hay una generación entre ellos y yo. Los tiempos han cambiado, ¿cuánto habrán cambiado los modos de abordar las estéticas y las técnicas de la danza?

Es posible que las palabras sean otras, que las necesidades en la manera de decir o de moverse sean diferentes, pero en lo esencial, los contenidos ¿son similares acaso?

¿Qué preguntas de sentido se hacen hoy los bailarines? ¿Qué piensan que moverse significa? ¿Qué es bailar? Preguntas antiguas pero que aún me resultan inquietantes.

Lucas Condro propone un abordaje del movimiento desde una mirada particular. A partir de consignas claras y específicas, va desplegando formal y conceptualmente un método que permite romper ciertos cánones establecidos en la percepción de la estructura, una geometría que tiende a organizar los cuerpos en el espacio en un eje cartesiano, olvidado de su tridimensionalidad.

La asimetría, las diferentes partes del cuerpo activadas por nuevas escuchas, los impulsos y tensiones originales que provoca esa nueva organización, la recuperación de la animalidad para ingresar desde el cuerpo al movimiento y con éste, al espacio material.

¡Paciencia, paciencia! - muchas, muchas veces repetido.

| Lucas baila, agita la energía entre la gente |

Lucas Condro sólo enuncia, no argumenta.

Enuncia preguntas que van desde simples observaciones: “¿Qué mueve lo que mueve?” a cuestionamientos con resonadores más complejos. Internos, como “encontrar la singularidad” o externos como “saber dónde estoy situado”.

Y una vez ingresados a este universo, estallan, inexorablemente, nuevos horizontes de sentido.

¿Por qué bailar? Porque bailar desata la poética, el trabajo delicado y minucioso de intentar traducir una suerte de percepción biológica del alma.

Lo de fuera y lo de dentro son, los dos, íntimos. El punto central del "estar-allí" vacila y tiembla. El espacio íntimo pierde toda su claridad. El espacio exterior pierde su vacío.

Bachelard, La poética del espacio.

 

Bailar para escuchar el sonido crepitante de la materia. Bailar porque hay placer a pesar de los abismos.

Un cuerpo que respira, que grita, que se abre, que permanece quieto. Un cuerpo que cae, que sonríe. Un cuerpo que mira, un cuerpo que piensa. Un cuerpo que atraviesa los umbrales.

Sí, hay un cuerpo que baila y se mueve en los espacios seguros del hábito o comete los errores sencillos de perderse en la vaguedad del lenguaje. Pero también hay un cuerpo que se mueve en las fronteras apenas iluminadas donde se inscribe la identidad.

 


 

Texto realizado por Diego Ariel Enrique para  Asymetrical-Motion, seminario coordinado por Lucas Condró, en el marco de la segunda edición del programa de entrenamiento escénico 12/24.

Confiar en las dudas. Asimetría y singularidad

Hay cierta tradición en la danza que envuelve a los maestros en una nube de inhumanidad, de certeza, de infalibilidad. Lucas no es uno de esos maestros. Se deja ver en su singularidad, en su danza, en su modo de acompañar. No impone, propone. Y nos propuso investigar algunos puntos que para él son clave a la hora de nuestra práctica.

Uno de los focos es la asimetría. Si nos permitimos observar el cuerpo, está plagado. En general intentamos corregirlas, eliminarlas, camuflarlas, pero si dejamos que actúen sobre nuestro cuerpo van generando un juego de independencia y correlación, que permiten viajar el peso y modificar nuestra estructura. Muchas palabras juntas, empecemos de nuevo. Lucas nos lleva a pensar en el movimiento de los animales, en la agilidad con la que se mueven, se desplazan, en un estado de control y no control. Entonces practicamos la paciencia para que el peso de cada parte nos muestre la asimetría, la independencia y la correlación. No desaparece la forma, sino que es consecuencia de estas asimetrías. Esa paciencia es clave para dejar que el peso cambie la estructura. Darnos cuenta de que no hay puntos fijos, sino que siempre hay un mínimo de juego, de relación. Habilitando las articulaciones y abriendo la mirada podemos dejarnos ir con el peso, con su inercia para generar cosas imprevistas. No hay error.

Otro de los focos es la curva. La naturaleza es curva, la recta es una invención humana. Investigando las curvas del cuerpo, sumado a las asimetrías y permitiendo que la estructura se modifique, dejando ir el peso, con la inercia, “perdemos el control” pero ganamos algo.

¿Qué es ser ágil?

En cada encuentro tomamos un momento para trabajar la idea de escena. Parece aparte, descolgado a veces, pero finalmente es parte de lo mismo, del mismo modo de estar. Es otro foco, situarse. Para hacer evidente el espacio, para entender que uno siempre es en relación a otro; así se ubica y se define el espacio. Cada ubicación genera algo distinto, sin forzar. Estoy acá, en el espacio y en relación a los otros. Siempre en relación a algo, es un presente continuo. Situarse sería entonces la conciencia de la conexión entre el espacio, los otros y yo; lo que cambia, circula es el foco entre estos.  Evidenciamos que la escena se hace por la mirada del otro, que el sentido está en el recorte, el performer no tiene que intentar ser creativo, solo situarse en el espacio, en relación; el fuera de campo y los accidentes proponen. Hay que confiar más, en lo que se dice para hacer, en las dudas.

Y pasamos nuevamente a otro foco, la singularidad. Ensayamos cómo hacer evidentes nuestros hábitos para poder utilizarlos y nos encontramos con la dificultad de ver lo obvio y de cambiarlo. No hay que hacer nada para ser uno, cómo se pone de manifiesto nuestra singularidad. Jugamos a encarnar la singularidad del otro; no solo en la forma, sino también en el detalle, el modo de estar en el mundo. La relación entre la forma y el modo.

La posibilidad de trabajar con otros nos permite reconocernos, ya sea desde la mirada del otro o en la situación contraria, al nombrar del otro hablamos también de nosotros.

Pensamos el nombrar como límite para ayudar a generar movimiento, a expandir nuestro espectro. La palabra como intento de capturar instantes en la escritura, sin explicar; el poder del enunciado y la mirada sobre el cuerpo del otro y sobre el propio. Cada forma de enunciar es un haiku.

 

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Transitar el seminario de Lucas Condró y el de Martín Piliponsky en simultáneo durante esta semana generó espacios de comunicación, de encuentro, que nos (uso el plural porque son ideas que surgieron en este estar juntos con) llevaron a pensar en esta generación de maestros con los que estuvimos compartiendo, en la generación anterior, en la nuestra. Sentimos que hay cierta diferencia en las metodologías para abordar el movimiento, en el uso, por ejemplo, de las técnicas. Dejan de ser algo esencial para bailar, dejan de ser un fin en sí mismo, un límite, un impedimento, la danza resurge como práctica. La habilidad y el virtuosismo no desaparecen, pero el modo es distinto. Tambalean valores, jerarquías, hay un foco mayor en lo colectivo, lo colaborativo, lo relacional. No es un análisis para compartimentar la danza, ni clasificarla, sino un intento de reconocer. Se puede ensayar una mirada sobre la historia de la danza contemporánea que ubica, por ejemplo, cierto desarrollo de un tipo de prácticas en los años 60, de apertura, de experimentación; otra etapa en los 70, más analítica y otra en los 80 (pienso en los trabajos de Susan Leigh Foster). Más allá de lo arbitrario de estas lecturas sobre un proceso continuo, me pregunto cuál será nuestra característica, nuestro modo de estar en danza.


 

Texto realizado por Rocío Vaccaro para “Asymetrical Motion”, seminario coordinado por Lucas Condro, en el marco de la segunda edición del programa de entrenamiento escénico 12/24.

Sesenta y seis danzas.

Sumergirte en un seminario de cinco días con Lucas Condro es sumergirte en agua, en atmósfera (otra atmósfera, con otra densidad) es, a fin de cuentas, eso: sumergirte.

Una vez sumergido aprendés/descrubrís, todas las articulaciones que tenés, cuánto pueden las mismas, qué tan articuladas y desarticuladas pueden estar. Aprendés a bailar desde la columna, columna motor de movimiento, columna impulso, columna blanda, poderosa, fuerte, capaz y posible. Te vas a marear, un toque, vas a preguntarte si las cervicales te van a bancar toda la semana o en el medio necesitarás algún masaje, bolsita de agua caliente, calor. Pero ver todo al revés, girar viendo todo al revés, entender la extensión de una pierna desde la extensión de toda tu espalda, perder el control, girar, espiralar y torcer, todo valdrá la penacervical.

Sumergirte en un seminario de cinco días con Lucas Condro es un desliz. Un desliz constante y continuo, desde que empieza hasta que termina no parás de deslizar. Si hay golpe, si hay freno, si hay titubeo, él te va a enseñar, te va a ayudar, a que eso ya no esté más y así como atravesás la diagonal del salón en un desliz, vas a atravesar cinco días de danza sumergida en otra atmósfera, blanda, articulada desarticulada, con la columna móvil y deseosa, con el paradigma habitual de la danza cambiado.

Al paradigma habitual lo vas a atacar, vas a ver los hábitos de los demás, y los hábitos tuyos. Se van a enunciar, subrayar, para luego correrlos, o explotar/potenciar, que sería lo mismo. Deshabitar un hábito, potenciarlo para dejarlo pasar y hacer espacio para algo más.

Otra cosa que aprendés en un seminario de cinco días con Lucas Condro es a hacer espacio. En un ejercicio se dirán por lo menos 100 veces la frase yo estoy acá, yo estoy acá en relación a esta gente. Y después de 100 veces repetidas las frases que ya casi es mantra, estás ahí, sí claro que sí, pero ya no sabés bien si estás acá o allá, la bocha es la percepción ¿Qué hace esa conciencia a mi percepción? ¿Cuánto más podemos investigar desde y para con ella? Hace meses que vengo con esta reflexión y en un seminario de Lucas Condro de 5 días deslizándome por la danza, me convenzo más: la danza, el movimiento es el estudio de la percepción. Y de la propiocepción. Y de la otrecepción. Porque si algo importa ahí es el otre. Danza contemporánea: el estar con vos mismo estando con otres. Ser singulares todos juntos. Porque eso también lo vas a aprender con Lucas Condro. Pero todavía no llegamos ahí.

Antes tenemos que aprender a desmayarnos sin golpearnos y a bailar con agua y a hacer peso y contra peso, investigar física pura con danza. Guaches, salgan de los libros, la posta está acá, vengan dibujemos una parábola con nuestro cuerpo, desde tu mano pasa por tu cabeza llega hasta la punta de tu pie, que con el empeine va deslizando el piso, en un giro espiral perfecto, que empezó desde el impulso de mi hombro hacia mi mano donde tengo una botella de agua de litro y medio llena por la mitad, el peso del agua yendo hacia el extremo opuesto de la botella donde está mi mano me ayudó a girar, a sostener, a no marear, a no caer, a bailar.

De a poquito se va armando el cuadro. Mejor dicho, se va llenando el cuadrado, el salón. Y como todavía (todavía) no podemos volar y hacemos todo en la horizontal, Lucas te va a pedir que mires para arriba y que mires de cualquier forma, pero que mires. No sé cómo necesitás posicionar tu cráneo para esto, pero resolvelo y que no se te escape ningún detalle y mientras lo hacés y ves en todas direcciones y tu cabeza se descontrola, no te olvides que vos estás acá y estás acá en relación con tus compañeres. No te choques. Mirá el techo que tiene ventanitas y entra una luz hermosa, mientras esquivás, amoldás o deslizás tu cuerpo entre alguienes. Mirá los tres tachos de luz amarilla del salón de Perú que cuando cerrás los ojos flasheás sol y te gusta jugar a eso. Acá tengo tres soles, siento el calor, pero a la vez siento que mi compañero está acá, entonces entro al piso, subo, corro las patas, giro y me meto, en el espacio que me dejo, si nos chocamos, nos acariciamos fraternalmente y seguimos bailando.

Somos ágiles.

Porque lo otro que vas a aprender en un seminario de cinco días con Lucas Condro es Agilidad - Ser Ágil. Ser disponible, permeable, reactivo, pero no imponés, sos blando, sos acople, aceptación, te amoldás y fluís, si corrés, te ablandás, si aparece alguien, cambiás el ritmo, ajustás el tono para cambiar de dirección o aflojás todo, para volverte agua y entrar al piso, sos piso un rato, espiralás la cabeza, te levantás, seguís, pegás un salto, corrés, caminás para atrás, girás, te cruzás a alguien más y desde el giro, de vuelta sos agua, entrás al piso, cambiás el tono, cambiás el ritmo, cambiás la dirección, y no estás sujeto a nada; más que al movimiento continuo, que si hay pausa es movimiento y sigue, y todo está bien, todo es genial, no tenés por qué llevar a cabo nada, ni por qué tomar una decisión, ni por qué componer o forzar o sujetar, todo se suelta, todo se abre, todo se ablanda, todo se libera, éxtasis puro, en la danza, en otro tiempo, en otro espacio, en otra atmósfera.

Siempre que estamos en un salón de escénicas entramos a otro espacio tiempo que el que hay afuera. Con Lucas también cambiás de atmósfera. ¿Por qué será, cómo será, cómo lo logra?

Lo observo y pienso; estos son los maestros. Acá ya sabés que hay trascendencia. Te das cuenta porque lo ves y sentís que ya lo viste. Y es porque vi partes de él, en cada uno de mis compañeros y amigos que estudian con él y te dicen, venite a probar una clase con Lucas Condro y vos decías que neh y ahora estás acá, y decís ah guau, agua. Yo que quería aprender a ser agua ya sabía que con él lo iba a lograr.

Y entonces aprendí a ser agua (o en eso estoy) y al quinto día, que ya es el cierre, tal vez estés un poquito cansade, eso sí, muy expectante, con bocha de preguntas, con bocha de descubrimientos y decís, qué hago con todo esto, necesito más. Y el cierre se propone con un solo por persona, todos vamos a ver a todos, todos vamos a tener nuestro solo y todos vamos a darle a lo singular. ¿Viste más arriba ya te hablé de esto? Acá estamos ¿Qué es la danza, qué es al arte, qué es la creación si no podes ser vos mismo? ¿Qué hacés con todo eso si no podés crearte, autocrearte, autocomponerte, ser versátil, ser honesto, ser verdadero? Para qué estás ahí si no es para eso, que entonces me voy a una oficina o agarro una bandeja o estudio derecho.

No, acá yo soy mi mundo, yo soy mundo, el arte es el paradigma que contiene todos los paradigmas de cuanta gente sea posible y más. El arte es el lenguaje y el juego donde todos podemos asumir(nos) en el lenguaje y juego que querramos.

Bueno, entonces estamos en movimiento y como se dice en Expresión Corporal, somos creadores de mundo. Y si todavía no te encontraste con eso en el seminario de Lucas te lo vas a encontrar. Vas a pasar, el te va a poner una música, la que toca toca y ya, tenés que bailar, COMO SE TE CANTE y enjoy. Gozala, suave, la vas a gozar. Y te salta la ficha de lo singular y tus compas te sacan esa ficha y después de vos entran al espacio y con la misma música te la bailan. Te bailan tu ficha. Es muy lindo. Te va a dar mucha felicidad. También te va a dar mucha felicidad bailar a los otres, la ficha de los otres. Es como un reposo, es como movimiento reposado, sostenido por algo que no es tu cabeza, que no es tu creación, reposo en lo que te da el otro con su danza, te permite salir a bailar reposando. Es como si fuera casi un piloto automático, pero es algo más que eso. Y esta buenísimo. Lo re disfrutás. Posta.

Y bueno, como somos veintidós y son tres veces por cabeza, primero el solo singular, después el singular grupal; la sacada de ficha, y después de vuelta el solo individual singular, que ahora es colectivo, porque en la danza ahora están todos los compas que te subrayaron lo singular y te regalaron ese pedazo de vos, para que lo asumas, te lo adueñes y lo hagas todavía un poco más tuyo. Defendible e intercambiable, seguro, único y especial.  Así que así, veintidós por tres, son sesenta y seis. Sesenta y seis danzas. Vimos, bailamos, percibimos, olimos, escuchamos, vivimos. Sesenta y seis danzas. Sesenta y seis singularidades, sesenta y seis fraternidades, sesenta y seis sonoridades, sesenta y seis risas, sesenta y seis solos y grupales, sesenta y seis músicas, sesenta y seis descubrimientos, sesenta y seis alientos, sesenta y seis arengues.

Y claro que con tanta danza, cuando se termina el ruedo, sólo queda un minuto para que se hagan las 17hs, hora del reloj, del calendario, del espacio y tiempo cotidiano, hora en la que se termina el seminario entonces salís de la atmósfera y volvés al otro mundo. ¿Posta que todo eso seguía acá? Vos ya estabas en otra, vos ya estabas en una.

Queda un minuto, se arma una breve ronda, y Lucas dice: forma y modo hacen a lo singular, asumir lo singular, verlo en otros, es conmovedor. Lo interesante es si está asumido y ahí, inevitablemente, lo gozas. Y en el goce, pasa de todo.

Aplauso final.

- Lucas hasta cuando te quedas en Argentina?

- Hasta fines de octubre

- ¿Puedo ir a tus clases?

- Si.

Dale, la próxima nos vemos. Para seguirla gozando.

Salud y danza para todes.

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