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Sábado, 29 Agosto 2015 15:56

Danza y trabajo

Escrito por Laura Benitez, Irene Claverie, Micaela Moreno Magliano

Sobre la Danza Contemporáneo y el Trabajo // Anotaciones del Encuentro Trabajar para bailar, del 29 de Agosto 2015 

 

Reflexiones motivadoras

Porque el trabajo es el motor de la creación, la fuerza inicial que posibilita producciones artísticas concretas, y a la vez un campo poco explorado en el sector de la danza contemporánea, pensamos que era fundamental compartir miradas y discutir ideas acerca de cómo se construyen las relaciones sociales que envuelven permanentemente su quehacer. Partimos de la idea de que la danza no es mera expresión efímera que implica sólo el hecho de bailar y poner obras en circulación, sino que existen distintos procesos que constituyen el campo de acción en la danza contemporánea.

Todo esto nos motivó a generar un espacio para reflexionar colectivamente sobre los vínculos laborales que se establecen entre los sujetos que participan de dichos procesos: cómo se organizan estos para llevar a cabo sus labores, cómo se posicionan y desde qué perspectiva emprenden sus proyectos, cuáles son los objetivos que se plantean y qué estrategias despliegan para alcanzarlos.

Es así que, pensando en la danza como un trabajo y en cómo se trabaja la danza, decidimos invitar a creadores e intérpretes de las obras de danza "En Obra" y "Por el Dinero", ya que estas refieren justamente al trabajo de bailar; logrando poner en evidencia y problematizar los mecanismos bajo los cuales se producen y reproducen las relaciones sociales dentro del campo laboral de la Danza y el Arte independiente. Participaron del encuentro M. Eugenia Cadús y Facundo Monasterio (de "En Obra") y Luciana Acuña y Alejo Moguillansky (de "Por el Dinero").

También contamos con el enfoque crítico de Lucas Rubinich, sociólogo especializado en el área de la cultura.

Durante el encuentro

De a poco los invitados fueron llegando al aula 409 de la Facultad de Ciencias Sociales, donde los bancos largos como de iglesia pudieron encontrar su ubicación circular. La charla comenzó con algunas preguntas que abrieron la posibilidad de que los artistas invitados nos cuenten sus experiencias: ¿cuáles fueron los disparadores de las obras?, ¿cuál ha sido su motivación?, ¿existe algún orden específico en el proceso de crear y producir?, ¿o simplemente se amoldan a las condiciones que existen?

Las primeras apreciaciones resaltaron un panorama desalentador en relación a la base económica que estructura la puesta en marcha de proyectos artísticos de danza contemporánea. Fue interesante ver cómo esta tensión entre las condiciones existentes y la idea de la obra que se quiere realizar, atraviesa no sólo el trabajo de jóvenes creadores que realizan sus primeras obras (como en el caso de "En Obra" que es una ópera prima), sino que artistas más consagrados y con mayor trayectoria en la escena (como Luciana Acuña) también se ven perjudicados por esta falta de estabilidad y previsión, como resultado de condiciones precarias de trabajo que son constitutivas de este campo de producción.

En base a esta realidad, "En Obra" problematiza las relaciones de poder en un hecho escénico, haciendo visible la explotación del cuerpo en la danza como un cuerpo obrero. Esto desde una dinámica participativa, a partir de la cual los performers deben responder a los mandatos cambiantes del público, el cual toma su parte en la “autoría” de la pieza. "Por el Dinero" relata la vida económica errante de cuatro artistas contemporáneos, poniendo en evidencia las condiciones de producción que imperan en el mercado del arte. Se exponen las contradicciones y disyuntivas que estos artistas enfrentan constantemente entre la libertad creativa -el amor por el arte- y la necesidad material de subsistir.

Denominador común: el trabajo a pulmón

A pesar de que ambas piezas escénicas presentan condiciones iniciales de producción diferentes, teniendo en cuenta que "En Obra" es el resultado de una decisión creativa independiente (sin ayuda económica), mientras que "Por el Dinero" nace del “Proyecto Manuales” del Centro Cultural Ricardo Rojas (habiendo recibido un subsidio para su creación), sus creadores coincidieron en destacar que “el trabajo a pulmón” es el verdadero impulso productivo de sus proyectos escénicos. En general, los artistas de la danza no dependen de un subsidio para llevar adelante sus proyectos, y si lo consiguen, muchas veces no es suficiente.

Por eso, terminan haciendo los ensayos en sus casas y/o en salones de usos múltiples de las viviendas de los integrantes de las obras, sin cobrar honorarios ni poder pagar las horas destinadas a la planificación, difusión y producción, así como el denominado “trabajo de mesa”, entre otros gastos. Así es como las obras se construyen en función de los elementos que pueden conseguirse o ser pedidos en “préstamo para siempre”, haciendo uso inclusive del dinero obtenido de otros trabajos para sobrellevar la producción, como los costos de salas de ensayo, formulación de piezas gráficas, prensa, etc. La creatividad debe estar disponible no sólo para la construcción de obras de danza (su concepto, su estética), sino también para conciliar las aspiraciones artísticas con las condiciones materiales adversas que predominan.

Este panorama conforma una constante que no desaparece una vez que la obra está finalizada, sino que refuerza la subestimación del trabajo de los artistas en tanto “trabajo económicamente redituable”. Según el relato de nuestros invitados, una vez que la obra se pone en circulación, el porcentaje de borderaux correspondiente al grupo se difumina en: el intento de cancelar las deudas contraídas, el pago a técnicos ajenos al equipo de trabajo de la obra (como iluminadores de la sala, por ejemplo), los costos de traslado de elementos escénicos y la compra de insumos para la realización de las funciones (como cintas para montar escenografía, refrigerios para el elenco, etc.); dejando muy poco margen o casi ninguno para los honorarios de función correspondientes al trabajo de directores, intérpretes, asistentes, etc.

Hablemos de mercado

De ahí que fueron surgiendo dudas en relación a cómo se concibe la producción independiente y cómo influye esta forma de trabajo en la composición de obras de danza. ¿A qué se denomina producción independiente? ¿Cuáles son los aspectos positivos y negativos de esta forma de trabajo particular? ¿Qué posibilidades ofrece? ¿Cuáles son sus limitaciones? ¿Se considera independiente porque no está en un circuito oficial o porque la relación laboral es “independiente”? ¿Ser “independiente” significa tener mayor libertad creativa?

 

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Durante el debate, si bien hubo distintos puntos de vista, los asistentes señalaron que la definición “independiente” en sí misma parece no servir más que para indicar un rasgo de operatividad política, en tanto sirve para explicitar “aquello que no se es”, albergando iniciativas que se corren del “deber ser” en el arte, del “deber ser” en la danza. La identificación positiva tiene que ver así con la construcción de un espacio de pensamiento libre, donde se pueda hacer ejercicio autónomo de la práctica artística.

Por otro lado, se subrayó la necesidad de observar críticamente las creaciones artísticas y sus modos de producción ya que, en tanto objetos de conocimiento, están coyunturalmente condicionadas por una estructura cultural determinada. ¿Sólo porque estas producciones no generan “ganancia” podemos hablar de un fracaso económico? ¿A caso no hay implicada una movilización de recursos humanos y materiales más que significativa en la realización de cada obra? Pareciera ser que el hecho de trabajar sin percibir honorarios (como ocurre durante ensayos, planificaciones, actividades de difusión, tareas de producción, etc.) o con una retribución que resulta insuficiente para subsistir, dificulta o impide hablar sobre la autoexplotación que estas condiciones laborales ocultan. Tanto "En Obra" como "Por el Dinero" invitan a reflexionar acerca de estos obstáculos, externos y coercitivos pero bien internalizados (“naturalizados”), que operan durante el proceso creativo así como en sus resultados. El interrogante clave sería: ¿qué lugar de poder ocupan en la cadena de producción los trabajadores implicados?

Mirando hacia delante

Gracias a los aportes de nuestros invitados y del público asistente, quienes participaron compartiendo sus opiniones y preguntas, se generó un diálogo que permitió no sólo cuestionar las formas pre-establecidas de concebir y realizar el trabajo dentro del sector de la danza, sino que también se discutieron posibles soluciones a las falencias (sobre todo económicas) de la denominada “gestión independiente”. Diversos escenarios fueron cuestionados y otros bosquejados. Una propuesta interesante, por ejemplo, fue la de revisar el acceso a los espacios públicos afines a la danza como universidades nacionales y otras instituciones de formación y difusión. Y, si bien falta recorrer un trayecto para aunar esfuerzos y construir un sindicato propio que defienda y garantice los derechos de los trabajadores de la danza, se habló sobre la importancia de que el proyecto de la Ley Nacional de Danza promueva y refuerce legalmente alternativas de organización que valoren y respeten el trabajo de los artistas y profesionales del sector, sin que estos tengan que navegar permanentemente en un clima de inestabilidad estructural.