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Texto realizado por Julia de la Torre para “El arte de la delincuencia”, seminario coordinado por Milva Leonardi y Nicolás Goldschmidt.

IRREVERENCIA, DIVINO TESORO

¿qué me gusta? ¿qué me disgusta? ¿qué me gusta de mi? ¿qué es lo que digo cuando digo que algo me gusta? ¿cuándo estoy mintiendo? ¿qué le gusta al otrx? ¿qué le gusta al otrx de mí? ¿qué les gusta de mí? ¿qué quieren de mí? ¿qué harían conmigo? ¿qué me robarían? ¿qué se llevan de mí?

Milva y Nicolás nos preguntan todo eso.

La irrupción

Irrumpir es atravesar al otrx. Es sacarle el jugo a todo lo que tengo alrededor, es mejorar lo que ya hay, pero sobretodo es empeorarlo, ensuciarlo, travestirlo. Milva y Nicolás proponen la delincuencia, que no es otra cosa que irreverencia. Es tener carta blanca para decir lo que más me gusta y lo que no me gusta nada. Es poder decir las cosas y poder hacer, por sobre todas las cosas. Nos proponen hacer una escena y después deshacerla, para después negarla, dársela al compañerx y que haga lo que quiera. Es desvincularme de lo mío y apropiarme de lo ajeno, para que nunca sea igual. Nos dan la tarea de traer y pensar materiales para después no usarlos nunca.

Un día nos proponen traer una carta de amor y otra de odio. Eso nos hace conectarnos con fuerzas profundas adentro de nosotrxs mismxs, escarbar en nuestras pasiones, llevar al papel nuestros fantasmas e ilusiones. Todo eso para que al día siguiente martillemos todo.

Mis cartas se combinan con otras cartas, nunca sabemos si son verdad o mentira, manoseamos las cartas, las rompemos. Listo, las cartas ya no son más nuestras. Tenemos que convivir en una escena entre todxs, con las cartas, con nuestras pasiones, con nuestros fantasmas, que ya no me acuerdo si son los míos o los de mi compañera.

La irrupción es tratar de hacer una cosa y que todo el tiempo haya algo que obliga a ir para otro lado.

“Cuando estás entendiendo que la escena se armó, desarmala” –nos dicen-.

Intentamos poder subirnos a esa ola de irrupciones: nadamos arriba de la interferencia de voluntades y tratamos de corrernos de la solución.

Preguntas que nos guían. Preguntas que hacen que todo se desoriente.

Todo el tiempo hay que estar atentos a lo que nos llama la atención, ser intuitivos con esas pulsiones y evidenciarlas, sin saber por qué. En el no-saber-por-qué está la irrupción, porque ahí es donde se construye a partir de las vísceras, desde la piel, desde carne, desde los ojos. Así nos proponen estar en escena.

Armar la escena. Desarmarla. Armarla de nuevo. Desarmarla. Armar la de un otrx, desmembrarla. Apropiarme de todo lo que me interesa.

 


Texto realizado por Daniel Daverio para “Detrás del acontecimiento”, seminario coordinado por Barbara Hang, en el marco del festival 12/24.

Resiliencia

Podría ser un paraguas, o unos labios, o un cacho de carne, o una canción de Roxette, o una pirueta coreográfica del demonio carnavalesco, hasta una desaparición o una botella. Vamos a decir botella, nombremos la botella. Botella es persona, es cuerpo, es obra, es pensamiento, es idea, es composición, es performance, es escena. ¿Qué veo en nuestra botella? Veo su color, su tamaño y textura, en dónde le pega la luz y qué tiene a sus lados, su pigmentación, su marca, sus usos, su vibración, sus signos e historia, veo su contenido o creo que lo veo.

¿Pero detrás? ¿Qué hay detrás ? ¿Hay (solo) detrás? ¿Qué hay detrás de la botella? ¿Seguirá siendo botella? Debo reconocerlo, la existencia de un detrás me intriga, me moviliza , me produce deseo de ir hacia ese detrás, de ir e inventar, de investigar, de crear, hallar, destapar, desnudar, desvestir, sorprender, desenmascarar, explorar y conquistar. ¿Por qué no pensar en que botella y yo construimos juntos el detrás? El detrás es, quizás, la intriga de llegar a él.

Ya está operando. Ya no es el detrás de la botella, es el detrás del acontecimiento botella.

¿Desde qué perspectiva vemos el detrás? Si, obviamente perspectiva nos remite al orden espacial y visual de la cosa. ¿Pero cuántas capas despliega el detrás? El detrás abarca todo el universo perceptivo. Detrás de un discurso, de un concepto, de la piel, del goce, del dolor, del suspiro, de lo humano, lo político, de una muerte, de una idea….. y nuevamente, detrás de una desaparición...

Quizás no es necesario entender o captar el detrás, solo dejar que actúe. El detrás de cada uno no es activado por cada uno, funciona solo. No es algo que se hace. Detrás es devenir.

Ubiquemos al público:

Tenemos nuestra botella y ahora, ¿dónde ubicamos el público? Quien es botella elige, bueno a veces no. ¿Cómo elegir si elijo? ¿Qué deseo que se vea y qué no, o desde dónde, qué quiero erotizar, qué quiero exponer, producir, proyectar?

Es infinita la transformación del acontecimiento desde distintos enfoques.

Ahora cambia, lo propone el público, ahora elige quién devela qué develar y qué no. Dónde se ubica. El público construye el detrás. El espectador, quien vivencia, quien completa, ahora decide si hay y dónde o qué es el detrás.

Soy botella, ellos me tocan, ellos se van lejos y casi no me miran. Ellos definitivamente me dan forma, me afectan y modifican. Mi trabajo es dejarme modificar, es mi resiliencia.

No lo puedo evitar, estoy atravesado.   

¿Qué hay detrás de estas lágrimas? ¿Qué hay detrás de este texto? ¿Qué hay detrás de una desaparición forzada?

 


 

Texto realizado por Adriana Viñals para “Detrás del acontecimiento”, seminario coordinado por Bárbara Hang en el marco de la segunda edición del programa de entrenamiento escénico 12/24

Una revelación de lo posible

Una vitrola, una lámpara de kerosene, afiches antiguos, en la esquina del fondo un buzón. Un niño gatea empujando un autito, dos hombres comen. Y un cartel que dice: “Boliche de Amigos”. La escena, aunque no lo parezca, es en algún lugar de Buenos Aires. Un lugar que ahora miro… ¿o lo estoy inventando?

Hubo soplidos, estertores, movimientos ondulantes. Nos dejamos llevar con los ojos cerrados, fuimos cómplices y espiamos a la cantante detrás de la puerta.

Copiamos, modificamos, intervinimos, salimos a la calle, nos divertimos, nos pusimos de acuerdo, volvimos a tiempo.

¿Ya nos habíamos presentado?

Durante una semana, Bárbara Hang habilitó espacios de diálogo y reflexión sobre lo escénico, sobre las múltiples miradas que construyen ese momento particular e irrepetible que aconteceentre actores|bailarines|performers y público.

Si bien hay fenómenos concretos que observar en torno a la construcción de la escena: el punto de vista, lo auditivo, lo dinámico, las tensiones, lo kinestésico, etc, cuando asoma la subjetividad las preguntas y cuestionamientos se multiplican.

Entre la percepción de una sensorialidad exacerbada por algún estímulo y la elección puramente formal de un espacio, por ejemplo, ¿cómo descubrir cuál es el anverso y el reverso de esa escena|acontecimiento que genera los sentidos?

Bárbara Hang, con exquisita cautela, posibilitó que emergieran lugares asequibles para la exploración de esos cuestionamientos sin pretender entrar en un ámbito teórico, sino por el contrario, atravesarlos a partir de la experiencia.

Las formas entre el que mira y el que es mirado.

¿Qué ojos tenemos? Inventar una mirada.

Los lugares podrían intercambiarse porque ambos pertenecen a un mundo que está poseído por el otro.

No hay palabras. Inventar un lenguaje.

Ebullición.

La vida microscópica.

El manual de anatomía.

El gato.

La pastora.

Un elefante que nos guiña el ojo.

La chica de las dagas voladoras. 

Elijo al azar y leo en voz alta una frase de Arlt “es casi seguro que hoy me va a ocurrir un suceso extraño”.

Y así fue, porque durante una semana, Bárbara Hang con calma, con afecto, con sencillez e inteligencia, permitió generar un contraluz donde poner las cosas buenamente de cabeza.

- ¿Nos presentamos?

Alguien corre, alguien choca contra la pared, alguien simplemente respira y espera, alguien confía y se tira de espaldas, alguien habla solo al otro lado del muro, alguien se asoma desde abajo, alguien se sienta en una silla diminuta, alguien dice: - la escena comienza con un accidente -.

“Todos somos extraños para nosotros mismos, y si tenemos alguna sensación de quienes somos, es sólo porque vivimos dentro de la mirada de los demás."

P. Auster - Diario de Invierno -

 

Publicado en En palabras

Texto realizado por Daniel Daverio para “El teatro físico como síntoma”, seminario coordinado por Diego Mauriño, en el marco del festival 12/24.

 

Payada de laboratorio o El científico desvarió

 

Aro, aro, aro

 

Los síntomas son invisibles, es lo que sentimos

surgen de lo propioceptivo y exteroceptivo

tanto en el intérprete como en el espectador,

siempre están en el orden subjetivo.

 

Signos y síntomas no es lo mismo ¡che!

Los signos son evidentes y benignos,

pues hay que concientizar los síntomas

y de esta forma, encarnar los signos.

 

De lo que componemos y producimos

concientizar es nuestra ética

en cada acto son aspectos

inevitables de su poética.

 

Tanto en la escena como fuera

la necesariedad en el procedimiento

sin perder el despliegue personal

abandonar el desdobla-miento.

 

Hay dramaturgia del intérprete y del espectador

es presente, pasado y futuro en convivencia.

Pero empatizar psicofisicamente

es vibrar con la misma frecuencia.

 

Una parábola de dramaturgia  no sólo es Jo-Ha-Kyû

 

también hay historias sin armonía

pueden crecer y crecer y no parar de crecer

por eso no pierden su interés

y mucho menos su empatía.

 

Entre cuerpo y cuerpo hay un discurso

como hilitos de salivas

hablan solos los espacios

son distancias narrativas.

 

Como en un análisis clínico 

somos conejos y de la India

el Teatro Físico es mi laboratorio

el experimento de mi vida.

 

¡No se crean que esto es pedagogía!

Ni niño-niña ni vertical

yo les propongo la andragogía

porque lo nuestro es horizontal.

 

Algunos se equivocan pensando

que en el ejercicio está la libertad

¡no olviden valorarse compañeros!

Es en el intérprete la variedad.

 

No me vengas que el concepto dicta del cuerpo

y no idees que la idea es demonio,

si le tienes miedo al intelecto

tendrás el protagónico de un velorio.

 

Tampoco bloquees lo salvaje de tu cuerpo

que es abstracción de lo civilizado

con el cuerpo salvaje y el conocimiento

el teatro físico es el resultado.

 

Es peso, extensión y tono el teatro físico

es un procedimiento salvaje

morfología es una bióloga viajera

que se ocupa del equipaje.  

 

Ante todo sensible al todo,

es un error no registrar al otro

como mala praxis para el doctor

o monoambientarse en el amor.

 

La pucha que el cerebro humano es meticuloso

siete segundos tarda en perder la novedad

mantén despierto a ese niño curioso

pa’sostener la chispa de la verdad.

 

Si cambiás el yo por el yo escénico

serás escena y ya no individual

modificarás tu percepción

y en efecto, tu neuromotricidad.

 

Memoria estética ineludible que no tiene fronteras. 

Es casi un reflejo animal,

el arte y la teoría del séptimo mono

llega a seres de otro lugar.

 

Si es verdad aquella teoría,

¿entonces no es necesario que lo lean

viaja lejos, viaja lejos,

viaja lejos este poema?

 

La imagen que producimos

es arquitectura onírica celestial,

arquitectura propia es nuestra anatomía

y nuestra periferia es la espacial.

 

Arquitecturas que se ligan ¿qué mejor?

Como mi brazo es un pincel

y el techo es mi pecho 

frente a mí hay un castor…que baja en ascensor.

 

Como en mí hay arquitecturas

también existen improvisadores

se pelean y hacen acuerdos

son en mí los inventores.

 

Tus manos se mueven al hablar,

son extensiones del pensamiento:

detén tus manos en el discurso

y entrégate al experimento.

 

Daniel: -Siempre hablás de tomar conciencia y la investigación se basó

casi exclusivamente en eso, ¿pero qué papel cumple el inconsciente en el

teatro físico?

Diego: -El inconsciente siempre está. ¿Cómo escapar de él? Tenemos

conciencia para aprender el lenguaje, y con éste, para hablar del

inconsciente.

 

Si este registro fuese sólo descriptivo

pues sería muy bonito y aburrido

es obvio que leer algo informativo

se perdería en el olvido.


 

Texto realizado por Tamia Rivero para “El Teatro como Síntoma”, seminario coordinado por Diego Mauriño, en el marco de la segunda edición del programa de entrenamiento escénico 12/24.

“Salvaje es quien se salva”

Diego Mauriño propone investigar sobre la construcción de un único gesto. Plantea algunas hipótesis de trabajo para los investigadores quienes asumimos la tarea de construir todos los días una sola escena colectiva. La propuesta es indagar en los principios de: inevitabilidad, necesariedad y no-desdoblamiento, como premisas que guían y ponen en funcionamiento toda la actividad del intérprete ya sea para la creación de una escena o de un espectáculo. El texto que sigue a continuación, es un entretejido de percepciones, afirmaciones y preguntas que hacen foco en el estar del cuerpo para la escena.

“Como un bello animal que zafó de la tierra y no puede olvidar su vínculo remoto”

Jorge Enrique Ramponi

Hacia la búsqueda de un gesto único que comparta la percepción con la acción. Dramaturgia propia al momento presente. La diferencia de naturaleza entre percibir y moverse, entre sensación y acción se reduce. La porosidad de la frontera entre interior y exterior; entre sensación y pensamiento se vuelve el espesor de la inmediatez. Improvisar es a la vez percibir y actuar. Cuando percibo compongo siempre ya en mi percepción. Componer, tallar y combinar con precisión en la multiplicidad de lo que sucede. Es en el presente y sin embargo dura, eso continúa y sin embargo cambia. ¿Cuánto dura un momento, una acción, una cierta forma, un cambio? Muchas cosas sucediendo y durando a la vez. ¿Existe un momento exacto en que un deseo cambia por otro? ¿Qué es lo que hace durar un acontecimiento? ¿Cuánto puede durar un gesto? ¿Qué le hace la duración a las cosas? El cuerpo aparece al mismo tiempo como materia, él mismo movimientos y él mismo duración. La composición a partir del surgimiento de las dinámicas en la materia y no a partir de un molde dado desde el exterior. La percepción como la ocasión de una intensificación, de un agenciamiento, en una palabra de una composición: una actitud física. Componer para descubrir una visibilidad desconocida.

Producción de sentido en el interior del sistema sensorial. La danza del cuerpo en escena se vuelve composición de percepciones. La inmanencia lo más cerca del gesto. Ser y estar, aquí y ahora sensible a la totalidad. En el momento de entrar a escena el yo psíquico se amplía, se expande, se diluye, se funde, se disuelve. El mejor ejercicio de concentración es el despojo. La intuición como vaciamiento. El ejercicio de libertad viene con el intérprete. Estoy afirmando algo a riesgo de desaparecer. Soy una servidora de una política compositiva más vasta que mi sola presencia. Toda presencia desborda el presente. La escena, el acto, al que queremos llegar, aparece por el costo de una maquinaria a vapor de cuerpos que sudan. Lo que pasa, pasa por la composición de esos cuerpos, por distancias narrativas entre esos cuerpos. Todo teatro es físico. Hacer teatro es violentar la física. El ensayo es lo más violento que hay. Es una zona liberada al azar y al caos. La zona tiene vida propia. Arribar a la zona y bancar la parada de los cuerpos, con paciencia de animal. Visitar el estar y sedimentar el estado, esa superficie de inscripción de lo venidero, del cambio. Hablamos de cuerpos en estado de alerta, de una disponibilidad salvaje del cuerpo.


 

Texto realizado por Luciana Schmit para “El teatro físico como síntoma”, seminario coordinado por Diego Mauriño, en el marco de la segunda edición del programa de entrenamiento escénico 12/24.

Eso que hacemos cuando hacemos lo que hacemos

Léase escuchando la siguiente canción: Dance Yrself Clean de LCD Soundsystem .

#INEVITABILIDAD- NECESARIEDAD Y NO DESDOBLAMIENTO. ¿Es posible construir un único gesto escénico? Tres variables y una pregunta. El lunes se presentaron estas premisas para ponerlas en juego en la investigación. El tinte que marcó la predisposición en el laboratorio fue que se nombró la “paridad”-que de hecho el Festival propone-. Sumergirnos durante las 15 horas semanales juntes como artistas-investigadores.

¿Cuáles son mis esencias, mis premisas escénicas? Diego nos incitó a ponerle nombre, a investigarnos en relación a ser fieles a nosotres mismos. Pienso que también es una manera de desarrollar la autoimagen, poder estar en la pregunta acerca de si lo que hacemos es realmente lo que nombramos, lo que deseamos hacer-ser, si existe coherencia o no, entonces también funciona como método diagnóstico sobre nosotres mismos, como un espejo.

La complejidad de un cuerpo en escena, un cuerpo entrenable para estar en escena. La complejidad de una escena que es cuerpo, es el desarrollo de un sistema. Hacer de la propiocepción y la exterocepción un sinónimo. Cuerpo “Poro” lo pasé a llamar. Pienso en las estrategias para estar presentes, para generar cuerpo-colectivo, estrategias para entrar en una misma frecuencia;  por ejemplo: tres pautas que estuvieron por separado y luego unidas en un mismo tiempo-espacio: 1) Cuerpo turgente (musculatura que empuja en todas direcciones) 2) Golpe diafragmático (fonar desde el diafragma, todes juntos, cuando alguien se cansaba levantaba la mano) 3) Caminar en una misma velocidad grupal que crece y decrece y converger en un mismo frente. ¿Cuál es el tiempo disponible para estar lista a entrar en escena? Seguramente algunos minutos, si no es unos segundos nomás.

¿Es posible el tratamiento del entramado dramatúrgico con rigurosidad científica? Partir el entramado en mil pedazos, para poder ser uno. Despedazamos la escena con los dientes, nos predispusimos a descubrir el procedimiento o los procedimientos previos a la escena. La sensación subjetiva de bailar y la traducción como mecanismo: de una imagen onírica a cuerpo que danza, de la relación espacial con los otros a ser movida por ellos, de mí en el espacio a la traducción de mí, “¿dónde?” en la escena, las distancias narrativas y lo que comunica. La lógica textual y la lógica corporal, el entrenamiento de darle rienda suelta a la imagen-texto. La lengua y las manos tienen una relación íntima debido a que comparten una zona de nacimiento en común: la columna vertebral; entonces elaborar un texto que no sea seguido por gestos que lo aclaren literalmente pasa a ser el entrenamiento. ¿Qué elijo dejar de las acciones corporales para potenciar la palabra? ¿Puedo hacer que convivan las dos lógicas sin que se peguen en un sentido unidireccional? ¿Qué es lo que está ahí, que habilita lo que sucedió? Posiblemente se nos escape el resultado, eso no es lo que interesa ahora, puesto que si nos ocupamos de todo lo previo, de generar un cuerpo salvaje – capaz de no solo reaccionar sino presentar soluciones al instante de tomar las variables que ya están sucediendo- algo vaya a suceder, posiblemente. Me atrevo a nombrarlo “Estado poético”. Entonces la consigna de caminar todes juntes a una misma velocidad constante que crece y decrece al mismo tiempo y terminar confluyendo en un mismo frente, pasa a ser un procedimiento análogo a lo que sucede en escena cuando estamos juntes, aun así cuando lo que nos ocupe sea aparentemente diferente: INEVITABILIDAD- NECESARIEDAD Y NO DESDOBLAMIENTO. ¿Es posible construir un único gesto escénico? ¿Cuál es el frente? ¿Qué se tensiona? No queremos ser presas de una consigna, la consigna es una excusa para contenernos, para recordar que no estamos solos y solas en la escena con nuestro propio drama interno infinito, estamos con otres. Vivimos  con lo acumulado (no somos cuerpos vacíos, estamos completos). Cada subjetividad con una historia, un entrenamiento particular, una manera de estar, todo al mismo tiempo en un “aquí y ahora” escénico. El hecho de tener presente durante la semana la pregunta sobre nuestras cinco esencias indispensables para estar en escena, me generó y me genera una sensación de libertad y autonomía, de consagración de conocimientos y por sobre todo de confianza.

Otra parte de este desmenuzar escénico fue elegir una acción y traerla para el tercer encuentro. El “sinfín” (llamado así por Diego) fue ese espacio-tiempo dedicado a la improvisación, con todo lo acumulado, el desafío era que todo fuese una sola escena, la posibilidad de entrar y salir, el suceso como un solo gesto. Todo podía ser sometido a la pregunta y a las tres variables en el “sinfín”, el momento de “verificación” y encarnación de los conceptos. INEVITABILIDAD- NECESARIEDAD Y NO DESDOBLAMIENTO. ¿Es posible construir un único gesto escénico? Entonces el teatro físico como “síntoma” pasa a ser el signo de una mirada sobre el hacer artístico: es una práctica, se hace haciendo, sometiéndonos a ensanchar nuestro yo subjetivo a algo más grande: yo-escena. La propiocepción como sujetos colectivos. Cuando la propiocepción pasa a ser parte de una especie de manada escénica, entonces  como manada, también debemos ejercitar la exterocepción.

Las divergencias que encontré y asumo como parte de mis “esencias escénicas” son:

# Unidad- No disociarnos (equivalente al término de no desdoblamiento)

# Cuerpo poroso # Escucha # Mirada global (adentro-entre-afuera) en el cuerpo, en la escena, y en la escena dentro de un marco, dentro de un contexto. # Ejercicio de un código común, puesta en común y exaltación de registros actorales diferentes #Oposición, simultaneidad, copia, estar con otre estando con otres.

# Tratamiento consciente del espacio (geometrías simples y complejas) # Espacio como sonido, objetos como elementos del tiempo.

# Escena = Musicalidad/Sonido. Cuerpo = tiempo.

# Deseo hacia la práctica (para estar en escena debe sucederse el deseo, el erotismo de querer estar allí), deseo como vida, sexualidad y muerte

# Proceso como impulso caníbal y composición como recorte/edición.

# Hipótesis comunicacional nombrable, es decir posible de ser expuesta en palabras, no necesariamente en un relato lógico-narrativo.

Esencias que escuché y me resuenan: Contradicción – Territorio

Me quedan cortas las palabras para nombrar todo lo que sucedió en la semana compartida. Rock a las 10 de la mañana, vísceras puestas en duda, acciones físicas preguntándose si son inevitables y necesarias, vestirse como una acción, desmenuzar, rehacer la pregunta acerca de qué es un gesto y qué lo diferencia de la acción, tomar lo objetivable para que hacer que el arte no sea pura sensación, diferenciar el entrenamiento en improvisación del entrenar improvisando, entrenar el estado echándole leña haciéndole el seguimiento cual locomotora hasta su último recorrido  con el reto de no fijarlo con nombre en pos de que pueda crecer y decrecer pasando por donde el cuerpo, el impulso y el deseo nos lleve.

 

En la acumulación de entrenamientos intensivos que atravesé este mes, encuentro el Festival  Doce Veinticuatro como la intención de ser un único gesto. Y el entramado colectivo que lo compone en cierto sentido haciéndose preguntas que giran en torno a algo que emerge, a mi parecer signo de la época y el contexto: la necesidad de enfocarnos en la empatía, unir nuestros fragmentos, salir de la individualidad y devolverle el pensamiento al cuerpo, nombrarnos diferentes para ser diferentes, devolver a la palabra su poder original, la percepción como recorte y no como fuente de la “verdad”, entre otras cosas.  


 

 

Texto realizado por Facundo Nahuel Aguirre para  “Percepción Actoral” seminario coordinado por Hernán Franco, en el marco de la segunda edición del programa de entrenamiento escénico 12/24.

Un registro diferente.

Mi cuerpo. Bolsa de carne y huesos. Masculino porque tengo una pija. Joven porque tengo veinte tantos.

Descripción aburrida.

Mi cuerpo pura sensación. Elemento multidireccional que atraviesa estados y formas confusas.

Formas, formas, formas que no terminan de cerrar.

Como una cadena de sucesos hace falta un estímulo para desatar un gran caos. El efecto mariposa que puede llegar a invadir, este cuerpo de puras descripciones mediante respiración. Percepciones puras usadas como armas a la hora de meterse en el escenario.

Violento, agresivo y catártico. Eso es el inicio de un recorrido que sigue transformándose. Somos materia en constante transformación. Tenemos la ventaja de explorar los diferentes estados a los que podemos llegar pero al fin y al cabo somos en esencia animales de una fuerza extrema que a veces nos espanta. Mejor reprimirla en este envase de formas y descripciones.

Sin embargo somos capaces de someternos a límites inimaginables. Pero hay que darle rosca a lo que nos piden y a lo que queremos. Percibir.

Somos lo que más tememos y es hermoso poder transformar el espacio con esas sensaciones que muchas veces reprimimos.

¡A la mierda, nos saquemos!

Vaciemos todo mediante el movimiento, sin bailar, sin actuar. Seamos honestos y dejemos que nuestro cuerpo, nuestro animal, nos invada y termine apoderándose de la escena.

No aflojemos. Salgamos y seamos un Jekyll pero tratemos de sentirnos para poder despertar al señor Hyde.

Exijámonos un poco más para ver qué sucede.

 

Total la forma nos puede salvar…

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