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Zuain, Josefina (2023) Apuntes de clases, el diario personal de Natalia Perez (sin acento). Cuadernosdedanza.com.ar ISSN22508708. Publicado: 5 de septiembre. 

 

Apuntes de clases desdibuja las fronteras entre ser docente y ser alumna. Incluso cuando el trabajo de Natalia queda claro que se desarrolla en marcos institucionales “tradicionales”, ella no esconde su apetito constante de aprender y estudiar con otrxs. El título ofrece esa ambigüedad, de hecho, en un primer momento pensé que leería las notas que Natalia había tomado en las clases a las que asiste como alumna, pero no es así, la direccion al menos es en dos sentidos. Es que en las clases también hay docentes pensando, sintiendo, investigando y tomando apuntes. Los Apuntes de clases aparecen inmixtados con la vida porque de la sala de danza al living de casa hay continuidad. El diario de Natalia da cuenta de esa continuidad entre el espacio donde se baila (donde, como mínimo, se es alumna y docente) a la intimidad de la propia casa (donde se sigue siendo múltiples roles). 

Publicar un diario es una osadía y es un acto de generosidad inconmensurable. Leer un diario es leer la escritura misma, es tocar una experiencia íntima singular y única que devela al mismo tiempo lo común. Y no todo lo que tenemos en común son cosas de las que enorgullecernos. 

Escribir un diario y publicarlo es un procedimiento que no extranjeriza las palabras de su condición de cotidianas, al contrario, allí las devuelve. Un procedimiento gracias al cual se comparte a solas lo que se produce a diario. Un procedimiento que te dice, así se puede vivir, así se puede pensar, así se puede bailar.

En todo diario hay modo de vida. Una vida que te hace parte en todos los espacios en los que es posible sopesar lo común del vivir. Vivir es con escribir. Incluso cuando se hace sin escribir, vivir siempre es una forma de relación con la escritura. 

Pero, además, Natalia piensa su escritura mientras escribe. Creo que es una condición de cosas, pero que por alguna razón se ha pretendido simular que no funciona así, es decir, el borramiento de la reflexión acerca de la escritura, a través de la escritura se ha ido desdibujando tras el velo del cientificismo objetivista y la ilustración. Estos asuntos también los trata Natalia en el libro, cuando se lamenta la falta de colores y anotaciones al margen, todo lo que desaparece durante la escritura de planificaciones para las clases y que es parte de la vitalidad alegre que consigue en su diario. 

Hace unos años vengo investigando de qué manera las tareas administrativas captan y abarcan gran parte de las tareas de escritura de lxs artistas. Leyendo a Natalia me doy cuenta de que el problema es extensivo al menos a la docencia y, muy probablemente, a todas las profesiones en general:

 

6 de abril

Estoy escribiendo las planificaciones anuales. Son variadas, variopintas.

Recuerda que el año pasado hubo mucha diferencia entre lo que planifique y lo que sucedió. ¿Acaso no es siempre así? 

Más allá de la obligación burocrática, ¿para qué sirve una planificación?

 

La evidencia muestra la tajante diferencia de naturaleza entre una idea y un proceso. ¿Qué pasaría si eliminamos las obligaciones burocráticas y comenzamos a trabajar con los materiales que realmente utilizamos los docentes para organizar los espacios pedagógicos? 

Es que no se trata solo de lo que “nos obligan” a hacer sino de cómo esa obligación zanja hábitos en nuestros modos de pensar, en nuestros modos de validar el pensamiento y en nuestros modos de plantearnos los objetivos pedagógicos. También en nuestros horizontes de expectativas con los cuadernos de cada persona que forma parte del anónimo “alumnado”. 

 

6 de abril. 

En mi cuaderno, lo que preparo para una clase es un punteo de temas e ideas, algunos materiales, fragmentos de textos, citas de poesías, y a continuación el registro de lo que pasó.

Uso lápices de colores, escribo impresiones subjetivas, palabras clave, delirios, asociaciones, conexiones.

 

Me interesa particularmente cómo ella abre y comunica sus procesos de escritura vinculados al ser docente. Porque no solo reflejan la atención que señalo sino que el diario es testigo de otras posibilidades, es refugio para colorear las palabras y acompañar unas reflexiones con trazos “sin sentido”. A veces esas posibilidades sólo existen en la imaginación, pero de las prácticas de movimiento y, sobre todo del feldenkrais, mensuramos la potencia que el espacio de la imaginación tiene.

 

6 de abril.

Cuando paso las planificaciones y las entrego en la secretarías como a todo eso tan jugoso queda afuera, cae punto quisiera intentar que algo de esos registros aparezca en las planificaciones.

Vengo de una familia de docentes. Siempre me intrigó porque se nota en el discurso, en el cuerpo, en la estética, que alguien es docente.

Recuerdo que cuando estaba en la secundaria decía que no quería ser docente. ¿Podré ser docente a mi manera? 

 

Aparecen en un mismo día reflexiones entrelazadas que tocan desde los lugares de la escritura la diferencia entre el compromiso con el proceso y el compromiso con la idea. Este libro es testigo y testimonio de que aquella docente que trabaja todos los días en su tarea y su dedicación a transmitir saberes, prácticas, historias y anatomías se ve obligada a desdoblarse en su escritura para cumplir consigo misma y su trabajo. Dicho desdoblamiento impuesto es, al menos, formante de su modo de vida: es de donde quiere salir. 

La pregunta que quiero abrir es, ¿de qué manera podríamos facilitar la relación entre los modos personales de organizarse a través del lenguaje y los modos institucionales de control laboral minimizando la determinación de lo que se hace con la lengua? 

Seamos sinceras: muchas planificaciones son posibles. ¿No sería acaso muchísimo más interesante para todas las personas vinculadas a una institución invente sus maneras? ¿No sería acaso muchísimo más rico que cada una intente su propia manera de plasmar por escrito sus planificaciones así como los registros, las reflexiones, los delirios, las asociaciones, las conexiones, los colores, los dibujitos, el estado de ánimo y tantas otras cosas más?

Es que en la forma está el tono. Cuanto más interesante que leer una lista bibliográfica es leer, por ejemplo, las notas del 13 de abril: 

 

Ayer les mostraba a los alumnos de fundamentos de la corporalidad un libro que me prestó Sandra; se llama el libro triste, es de Michael Rosen y tiene ilustraciones de Quentin Blake. Es un tesoro. Empieza así (debajo de una imagen de Rosen sonriendo): este soy yo cuando estoy triste.



Ilustración de Ed Fairburn. 

Natalia dice: …el buscador me ofreció la obra de Ed Fairburn…



Entre otras cosas imagino que es mucho más posible releer los propios cuadernos que las planificaciones entregadas a la institución escolar. Escribimos para leernos. Sin saber cuando, como, ni porque lo haremos, las personas que escribimos diarios, nos leemos a nosotras mismas. 

De hecho Natalia comenta ese volver a leer y hasta transcribir sus propios cuadernos. Los revisa, ¿un poco por casualidad? 

En mi caso confieso que a veces los releo porque me manda una amiga fanática de la astrología a revisar fechas específicas, a veces para transcribirlos y quemarlos, para hacer espacio en la biblioteca, para recordar un viejo amor, para revestirme de nuevas maneras de pensarme en mi propio pasado. 

 

23 de enero.

Hoy revisando mis cuadernos veo que hay muchas anotaciones sobre el bazo. Es parte del complejo sistema inmunológico; es un órgano linfático que produce linfocitos y sustancias de defensa. ¿Qué recursos tengo para abordar lo que me pasa? Muchas veces tuve dificultades para defenderme. ¿De qué, de quiénes preciso para defenderme? ¿De mí misma?

 

Los diarios a veces parecen escritos por una persona ensimismada, lejos de ello creo que lo que reflejan es justamente un conversar con una misma que cambia la relación con todo. Por eso recomiendo escribir diarios, por eso me emociona leerlos. Ese tiempo de escucha y escritura modifica y espesa la relación con el mundo y las personas en general. 

Un diario es un entrenamiento cotidiano de volver a empezar. Todo se repite y nada se repite en un diario. Los temas vuelven, los temas vuelven y, así como vuelven, toman formas muy variadas hasta que se revelan como parte de lo mismo. Volver a leerse a una misma, releer las notas es un poco como volver a viajar.

 

28 de marzo

Hoy noté una similitud entre mi práctica diaria de tirarme al piso y la de escribir. 

Aunque la de escribir es más novedosa en mis hábitos, noto que hacer cualquier cosa todos los días tiene la fuerza de lo que insiste. 

 

Lo que cambia en la repetición. No es lo mismo hacer una vez una cosa que haberla hecho ya mil veces y hacerla una vez más. En Alabanza al cuerpo danzante, Federicci llega a la conclusión de que de la danza podemos aprender que "la materia no es estúpida", esta simple y quizás un poco provocativa afirmación nos recuerda que aprendemos de aquello que hacemos y aquello que hacemos es lo que estamos haciendo. La lengua no está para transformar el hacer en otra cosa, pero incluso, dado que insistimos mucho en esa operación: ello es lo que estamos haciendo. 

Mientras escribo recuerdo mi fascinación por los filósofos presocráticos a los dieciseis años cuando los leí por primera vez en la escuela secundaria. Tal vez por la simplicidad de mi reflexión, pero sobre todo por su contundencia. En muchas ocasiones en los talleres de escritura retomo una idea que aparece de diferentes maneras en los textos de val flores: la escritura como reeducación corporal. 

¿Es Natalia Perez la misma sin su diario? Evidentemente no. 

 

Marc Chagall. Circo Azul. 1950

Natalia dice: Entre los regalos de cumpleaños que recibí, un amigo me mandó, junto con su saludos, una imagen de Chagall. Se llama Circo Azul. 

 

Voy a volver a ponerme un poco presocrática: no es lo mismo un cuerpo que escribe todos los días en un cuaderno que un cuerpo que no lo hace. No da lo mismo vivir con un diario personal en la mochila, no da lo mismo tener la oportunidad de releer las propias obsesiones, los propios errores, los propios hallazgos. Y mucho menos da lo mismo publicar esas escrituras aún con su simplicidad, aún con sus errores, aún con sus altibajos y aún con todo aquello que no se entiende. Al mismo tiempo, no se es la misma docente si se ofrece al propio alumnado la posibilidad de leer los propios procesos:

 

12 de mayo

Volví sobre mis pasos; no sobre mis pasos sino sobre mi escritura. Entre otras confusiones, a veces siento la escritura y la lectura con mucha materialidad, con cuerpo. En ese retorno, encontré preguntas, temas que insisten:

¿Cómo cultivar el << ojo del huracán>> cuando aumento mi velocidad?

¿Cómo dilatar el tiempo poniendo atención en el detalle?

¿De qué están hechos la quietud y el movimiento, el callar y el decir, lo profundo y lo superficial?

Tengo un problema que me preocupa: a veces no escucho un enunciado simple; lo escucho pero no lo entiendo, lo entiendo pero no lo comprendo, no lo inscribo.

Por eso escribo. 

 

La escritura en cuanto reeducación, no es tanto una reeducación corporal que transforma hábitos instalados o “endereza en direcciones correctas”, sino más bien un hábito nuevo capaz de modificar, al menos un poquito, todo lo demás. Tal vez también por ello aparecen reflexiones acerca de los propios miedos frente a los grupos de alumnxs. 

Ser docente. Aqui o alla. Existen diferentes maneras de constituir ese espacio, diferentes maneras en que las cosas se constituyen. En parte es uno de los grandes defectos de nuestro sistema educativo gratuito, donde se valora poco el encuentro con cada docente, con cada persona que coordina un espacio de clases, cuando luego, por fuera, son las mismas personas a las que salimos a buscar. En particular, estos días en que un candidato a presidente en Argentina dice explícitamente que parte de su plan de gobierno es cerrar las escuelas públicas, me encuentro profundamente conmovida. Tal vez sea momento de articular los espacios institucionales con la vida misma, para entender que de una u otra manera, la mayoría de la población estamos en un entre. Y que poder formarse gratuitamente con personas que luego vas a salir a buscar por fuera de la institución tiene un valor social y cultural superior a todo lo que puedas imaginarte. Quizás debamos mirarnos con más amor al entrar cada día a la escuela y dejar de convertirla, como dice Natalia, en el día de la marmota. 

 

24 de septiembre

Charlé con algunas compañeras de trabajo acerca de las plenarias y otras reuniones obligatorias. Hay algo que me parece sorprendente: se repiten mes tras mes y muchas veces tengo la sensación de estar en la película El día de la marmota. Me parece que, en general, en esas reuniones no producimos nada, no dialogamos en serio. Suelen ser un lugar de catarsis para expresar las quejas, los malestares y las luchas de poder dentro de las instituciones. Mi manera de resistir es hacer uso de las faltas cuando puedo y, cuando estoy allí, irme con la imaginación a otro lugar; dibujar, escribir o hacer micro movimientos. 

 

Ese dia a dia de las clases. Ese cotidiano de los grupos de trabajo es donde se cultivan las reflexiones, los estados de ánimo, los cuerpos. Natalia se da cuenta de que es muy distinta la sinergia de entusiasmos que se arma cuando un grupo se anota y paga para tomar clases con ella. Siente que lxs alumnxs del conservatorio no se entusiasman y que la única que está entusiasmada en clase es ella. Mientras la leo me pregunto si viven su formación como un trámite. Me lamento de que algo así pueda pasar. Toda carrera universitaria y terciaria debería ser una fiesta, una cadena de entusiasmos que hacen sentido y suman sentido. 

 Qué lujo, recuerdo entre mis 18 y mis 20 años, me anoté en cinco carreras: Profesorado para EGB 1 y 2; Profesorado de expresión corporal; Tecnicatura en Danza Contemporánea; Profesorado en teoría y ciencias políticas; Formación Básica en Artes visuales. Llegue a completar hasta tres años de casi todas!! Pero me gradué solo de una de ellas: El profesorado para EGB 1 y 2, título con el cual he trabajado poquisimo, pero qué importa, si todo ello está en mi. Foucault nos recordaría que lo formado es formante, está operando en nuestra imaginación: 

 

… Hace unos días en el Seminario de Zhen me imaginé levitando. Me hubiese gustado imaginarme levitando sobre un acantilado, una playa, un desierto, pero la verdad es que me imaginé levitando de un trabajo al otro…

 

Un diario permite también entrelazar voces, gestos y existencias de las más variadas. El diario cita de otras maneras, de maneras incluso más efectivas y afectivas en la mayoría de los casos. Natalia cita muchísimos materiales, resonancias, recuerdos, maestrxs y amigxs: … Recuerdo un cuadro, la nave de los locos coma creo que era del Bosco. Natalia cita explicitando olvidos y confusiones: … Una vez un maestro (no recuerdo si fue Ray Chung o Martín Keogh). Natalia asocia lecturas y las califica sin pudores: … Me vuelve el título del precioso libro de Marie Bardet pensar con mover. Natalia comparte como, esa caja de referencias no es tan caja y sirve, sobre todo, para ir y volver sobre los materiales: … Vuelvo al libro de Michelle Serrés Variaciones sobre el cuerpo; … Me reí mucho cuando leí, en El tiempo de la convalecencia, la entrada Del esnobismo. Habla de la performance del artista Abramovic y su pareja Ulay en la muralla China; … Volví a escuchar la conferencia de Chiqui González en TED; se llama Ser un salto. 

El 25 de enero de 2017 Natalia recuerda un fragmento del diario personal publicado en Facebook de Alberto Giordano: un buen maestro tiene una preocupación constante: enseñar a que se prescinda de él. Un maestro que también ha sido compañero sustancial del recorrido. En el texto de contratapa escrito por el mismo, podemos leer: 

De las escrituras autobiográficas esperamos que registren o narren con verosimilitud vivencias significativas, y también, sobre todo, que transmitan sensación de vida: la impresión de que hay algo en curso entre las palabras, que recomienza y se interrumpe circunstancialmente, sujeto a las pulsaciones de lo indeterminado. En mis paseos por Facebook, esa sensación de vitalidad la recibo, puntualmente, de los Apuntes de clases que postea Natalia Perez. Cada fragmento encadena notas y reflexiones sobre procesos de aprendizaje o experiencias artísticas en los campos de la danza y la expresión corporal. Recibo cada apunte como una misiva fascinante que me llega desde un mundo extraño y misterioso. Tal vez porque no tiene pretensiones literarias, la escritura de Perez conquista lo que siempre persigue la literatura: configurar lo circunstancial sin inmovilizarlo, descubrir matices y observar su rareza. Los Apuntes de clases pertenecen a la misma familia anómala que algunos papeles dispersos de Felisberto Hernández, como ese en el que el uruguayo trata de realizar un deseo insensato, narrar el movimiento de una idea y dejarla vivir en la escritura, para que “no se pare, se termine, se asfixie, se muera, se haga pensamiento conceptual” (“Tal vez un movimiento”).

El año empieza donde termina y termina donde empieza. El final del libro me resultó emocionante. Fue como encontrarse íntimamente con Natalia, fue entenderla, fue reconocer sus ritmos y sus ciclos.  Ese pequeño loop de dos años de la vida de una docente, bailarina, alumna. Ese pequeño ciclo que termina y empieza y vuelve a terminar para volver a empezar. Un ciclo al mismo tiempo ofrece “algo” de lo que se re sabe y algo de lo que ni idea como será. 

Me siento identificada por ese entusiasmo de comienzo de año. Así como empezar cada nuevo año en la primaria, nuevo libro, nuevas fibras, nuevo cuaderno me llenaba de entusiasmo, así como hoy, cada nuevo cuaderno que comienzo, cada libro que termino, cada texto que toma forma y sale al mundo me llenan de entusiasmo. En Natalia encuentro “algo” de eso. A ustedes, les pasa igual?

 

Apuntes de Clases fue editado por Fidel Maguna y el diseño fue realizado por Bruno Trivisonno. El libro se presentó en diciembre de 2020 en Distrito 7, y en octubre de 2021 en el Ciclo Eshas.



Publicado en En palabras
Lunes, 10 Abril 2023 17:32

La fuerza de la gravedad

Cómo citar este artículo.

Eiff Bel (2023) La fuerza de la gravedad. Cuadernosdedanza.com.ar ISSN22508708. Publicado: 10 de Abril.

Yo soy el autor de estas palabras, es casi lo primero que lee Laura Lopez Moyano cuando la invitan a ser parte de la obra, La fuerza de la gravedad. Quien la invita es su autor y director, Martín Flores Cárdenas, al darle en mano el texto de la pieza.  

Yo soy el autor de estas palabras: el yo de Martín, en el cuerpo de Laura. 

Disociar el yo del cuerpo que enuncia ese yo es una de las operaciones centrales de la obra. Entendiendo al Yo como una construcción que hacemos todos los días para enfrentar la vida con mayor o menor éxito. Yo es performance, algo que bien saben las redes sociales y sus usuarios, así como los creadores de biodramas y otros géneros afines, que le ponen a la narración desde yo un valor de verdad, legitimada por la experiencia personal. 

Pero yo, aunque contiene cierta verdad, es siempre una ficción y como tal se puede entregar por un rato, sobre un papel, a una amiga. A una actriz que de otro modo no podría estar en escena ya que su cuerpo no puede recordar ninguna línea. Martín le entrega a Laura su yo y se retira de la escena. Esta ausencia marca la diferencia: un cuerpo no es igual a otro cuerpo.  

Y una persona, lo que una persona es, se construye en el tiempo y en relación a otros. En el caso de La fuerza de la gravedad, esos otros son los amigos. Cada amigo que yo tiene, arma un vínculo que va trazando los bordes de ese cuerpo ausente que enuncia cada relato. Entre otros, hay un amigo que cree en Dios, otro que - inevitablemente - hay que arrastrar después de la fiesta y un amigo que todo el tiempo dice “amigo”. 

Que la amistad sea el vínculo elegido para construir, temporal y espacialmente, la imagen del cuerpo ausente tiene que ver con una posición explicitada desde principio: yo no tendrá hijos, de este cuerpo no habrá herencia genética ni descendencia biológica. Acá se podría insertar la popular frase “los amigos son la familia que uno elige”, pero me parece más acertado algo que me dijeron hace poco, después de la muerte de un gran amigo mío: “los amigos son la familia desde otro punto de vista”.

El tema de la desaparición del cuerpo, me animo a pensar, tiene que ver con la reflexión del autor sobre su propia muerte y también con la experiencia, todavía inasible, de la pandemia. La obra anterior de Flores Cárdenas titulada No hay banda, trata sobre la muerte de su primo, su abuelo y su padre. En este trabajo, Martín se pregunta si el teatro o la actuación no serán una forma de alcanzar la eternidad. Como si, al entregar su yo a otros, algo del ser se pudiera convocar entre las palabras, los cuerpos y los vínculos.   

La fuerza de la gravedad es una obra liviana, que con una mano salta sobre su propia tumba y con la otra alza su copa para brindar. La obra de un cuerpo que se encuentra saliendo de un duelo profundo y pesado. Un cuerpo que elige reflejarse en otros para entender algo de su propia vida, del tiempo que pasó, del tiempo que vendrá, de cómo y por qué seguir viviendo.  


Comentario escrito para La fuerza de la gravedad, de Martín Flores Cárdenas. 


 

FICHA TÉCNICO ARTÍSTICA

Dramaturgia: Martín Flores Cárdenas

Intérpretes: Laura López Moyano

Diseño de espacio: Ruslan Alastair Silva

Música: Martín Flores Cárdenas

Diseño De Iluminación: Matías Sendón

Colaboración en vestuario: Lara Sol Gaudini

Producción ejecutiva: Valeria Casielles

Producción general: Casa Teatro Estudio

Colaboración En Textos: Tomás Masariche

Colaboración musical: Maga Clavijo

Dirección: Martín Flores Cárdenas

 

 

 

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