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Jueves, 13 Enero 2022 20:01

Como diamantes al brillar 2

Recuerdo la primera Daimón,  en el TACEC de La Plata en 2017. Invité a mi mamá a ir porque no tengo auto y necesitaba que alguien me llevara. Cuando vi de qué se trataba la performance - una persona haciendo boxeo de sombra sobre un cubo negro gigante, mientras otra, atada al cubo, lo giraba sobre su eje - le dije a mi vieja: cuando quieras, nos vamos. Me respondió: eso sería una falta de respeto. 

Nos quedamos. La obra nos fascinó. 

Al volver, mi madre me preguntó qué quería decir todo eso, me hubiese gustado haberle dado una respuesta inteligente y sagaz pero le dije que no sabía todavía.   

Tiempo después escribí un texto. La performance nos ofrecía un espectáculo antiguo: un combate, cuya particularidad residía en que se libraba contra adversarios incorpóreos. 

Noviembre, 2021. La segunda Daimón tiene lugar en la Federación Argentina de Box. Sobre el ring sin cuerdas, Karen Carabajal vuelve a hacer boxeo de sombra. 

Hay un palco en el piso superior. Me dirijo hacia allá y mientras camino hacia las escaleras, me doy vuelta. Sobre la pared, la sombra de la luchadora. La imagen me deslumbra… por su tamaño inmenso, porque no lo esperaba, por el contraste entre la pared clara y la sombra oscura, porque parece provenir de otra persona… 

El vestuario de Karen es un jean y una remera ajustados, su pelo larguísimo está recogido en un rodete; aros y joyas doradas la adornan. La sombra prescinde de estas marcas de lo femenino. Delinea un cuerpo en acción. Como si lo que se proyectara fuera, no el cuerpo singular de Karen Carabajal, sino un arquetipo. La imagen, sin embargo, no es una ilusión - esto no es teatro de sombras - sino una de las potencias que ese cuerpo proyecta.  

Luego de 50 minutos Karen se detiene, respira. Se prenden las luces del cuadrilátero, las sombras desaparecen. Sube a escena Valeria Fontán, la físicoculturista que en la primera versión de Daimón movía el cubo negro sobre el cual la boxeadora saltaba. Esta vez, solo manipula el peso de su compañera mientras habla. 

Describe la performance anterior, cuenta, entre otras cosas, que a las deportistas como ellas, suelen denominarlas con palabras como torta, tortillera, lesbiana y demás epítetos por el estilo. 

De la oscuridad a la luz, de una a dos, de movimiento a narración, las sombras también hacen un pasaje: se convierten en palabra. Los arquetipos ya no se proyectan contra la pared, sino sobre el cuerpo de Valeria. 

Al mismo tiempo, la puesta en escena nos ofrece varios de sus elementos corridos de lugar, para empezar la locación. No estamos en un teatro sino en la Federación Argentina Box. Las intérpretes: deportistas de alto rendimiento devenidas bailarinas. Lo mismo el ring, ubicado en diagonal a las paredes, sugiriendo más la idea de un rombo que de un cuadrilátero. Un diamante. 

Estos pequeños movimientos dan la distancia necesaria para poder ver estos cuerpos bajo otra luz. Una luz que hace ver lo singular, el detalle, los gestos particulares, los modos de hablar. Así, el ring, tanto lugar de combate como escena de la singularidad. 

Tenía delante mío a un par de chicas con bolsos de deporte que al escuchar a Valeria se miraron. Una le corrió a la otra el pelo de la cara, la acercó y le dio un beso.

 

Comentario para Daimón de Luis Garay, Noviembre 2021

 

Ficha técnica: Daimón, de Luis Garay y Karen “Burbuja” Carabajal, dirección de Luis Garay, Festival No Convencional, 24 y 25 de noviembre de 2021, Federación Argentina de Box, Buenos Aires

 

Ph. Obra de Julio Le Parc.

 

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