Rosca Cuando voy a ver una obra de Pablo Rotemberg, se qué esperar: golpes, empujones, caídas y saltos. Movimientos precisos, intenciones violentas. Algunas secuencias de movimientos que he visto más de una vez y he realizado cuando hice su seminario. Igual me encanta. Esto lo escribo a propósito del Tango Alemán, la obra que Rotemberg realizó para el ciclo Danza al Borde pero quizás esté pensando en otras obras de él también. En esta obra los personajes son dos, un hombre y una mujer. Ambos visten un catsuit plateado que les deja descubierta la cara, el cuello y las manos. Cuando lo veo me acuerdo del robot de Metrópolis, la película de Fritz Lang y, a continuación, en los autómatas. Un autómata es un ser animado que no tiene voluntad propia sino que actúa dirigido por otra persona. En algún punto, se podría decir lo mismo de alguien enamorado o del acto de seducir y el tango tiene un poco de esto, ¿no? “En todo el mundo bailar un tango es sinónimo de seducción” dice Wikipedia. Acá, Maria Kuhmichel golpea…