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Zuain, Josefina (2023) Apuntes de clases, el diario personal de Natalia Perez (sin acento). Cuadernosdedanza.com.ar ISSN22508708. Publicado: 5 de septiembre. 

 

Apuntes de clases desdibuja las fronteras entre ser docente y ser alumna. Incluso cuando el trabajo de Natalia queda claro que se desarrolla en marcos institucionales “tradicionales”, ella no esconde su apetito constante de aprender y estudiar con otrxs. El título ofrece esa ambigüedad, de hecho, en un primer momento pensé que leería las notas que Natalia había tomado en las clases a las que asiste como alumna, pero no es así, la direccion al menos es en dos sentidos. Es que en las clases también hay docentes pensando, sintiendo, investigando y tomando apuntes. Los Apuntes de clases aparecen inmixtados con la vida porque de la sala de danza al living de casa hay continuidad. El diario de Natalia da cuenta de esa continuidad entre el espacio donde se baila (donde, como mínimo, se es alumna y docente) a la intimidad de la propia casa (donde se sigue siendo múltiples roles). 

Publicar un diario es una osadía y es un acto de generosidad inconmensurable. Leer un diario es leer la escritura misma, es tocar una experiencia íntima singular y única que devela al mismo tiempo lo común. Y no todo lo que tenemos en común son cosas de las que enorgullecernos. 

Escribir un diario y publicarlo es un procedimiento que no extranjeriza las palabras de su condición de cotidianas, al contrario, allí las devuelve. Un procedimiento gracias al cual se comparte a solas lo que se produce a diario. Un procedimiento que te dice, así se puede vivir, así se puede pensar, así se puede bailar.

En todo diario hay modo de vida. Una vida que te hace parte en todos los espacios en los que es posible sopesar lo común del vivir. Vivir es con escribir. Incluso cuando se hace sin escribir, vivir siempre es una forma de relación con la escritura. 

Pero, además, Natalia piensa su escritura mientras escribe. Creo que es una condición de cosas, pero que por alguna razón se ha pretendido simular que no funciona así, es decir, el borramiento de la reflexión acerca de la escritura, a través de la escritura se ha ido desdibujando tras el velo del cientificismo objetivista y la ilustración. Estos asuntos también los trata Natalia en el libro, cuando se lamenta la falta de colores y anotaciones al margen, todo lo que desaparece durante la escritura de planificaciones para las clases y que es parte de la vitalidad alegre que consigue en su diario. 

Hace unos años vengo investigando de qué manera las tareas administrativas captan y abarcan gran parte de las tareas de escritura de lxs artistas. Leyendo a Natalia me doy cuenta de que el problema es extensivo al menos a la docencia y, muy probablemente, a todas las profesiones en general:

 

6 de abril

Estoy escribiendo las planificaciones anuales. Son variadas, variopintas.

Recuerda que el año pasado hubo mucha diferencia entre lo que planifique y lo que sucedió. ¿Acaso no es siempre así? 

Más allá de la obligación burocrática, ¿para qué sirve una planificación?

 

La evidencia muestra la tajante diferencia de naturaleza entre una idea y un proceso. ¿Qué pasaría si eliminamos las obligaciones burocráticas y comenzamos a trabajar con los materiales que realmente utilizamos los docentes para organizar los espacios pedagógicos? 

Es que no se trata solo de lo que “nos obligan” a hacer sino de cómo esa obligación zanja hábitos en nuestros modos de pensar, en nuestros modos de validar el pensamiento y en nuestros modos de plantearnos los objetivos pedagógicos. También en nuestros horizontes de expectativas con los cuadernos de cada persona que forma parte del anónimo “alumnado”. 

 

6 de abril. 

En mi cuaderno, lo que preparo para una clase es un punteo de temas e ideas, algunos materiales, fragmentos de textos, citas de poesías, y a continuación el registro de lo que pasó.

Uso lápices de colores, escribo impresiones subjetivas, palabras clave, delirios, asociaciones, conexiones.

 

Me interesa particularmente cómo ella abre y comunica sus procesos de escritura vinculados al ser docente. Porque no solo reflejan la atención que señalo sino que el diario es testigo de otras posibilidades, es refugio para colorear las palabras y acompañar unas reflexiones con trazos “sin sentido”. A veces esas posibilidades sólo existen en la imaginación, pero de las prácticas de movimiento y, sobre todo del feldenkrais, mensuramos la potencia que el espacio de la imaginación tiene.

 

6 de abril.

Cuando paso las planificaciones y las entrego en la secretarías como a todo eso tan jugoso queda afuera, cae punto quisiera intentar que algo de esos registros aparezca en las planificaciones.

Vengo de una familia de docentes. Siempre me intrigó porque se nota en el discurso, en el cuerpo, en la estética, que alguien es docente.

Recuerdo que cuando estaba en la secundaria decía que no quería ser docente. ¿Podré ser docente a mi manera? 

 

Aparecen en un mismo día reflexiones entrelazadas que tocan desde los lugares de la escritura la diferencia entre el compromiso con el proceso y el compromiso con la idea. Este libro es testigo y testimonio de que aquella docente que trabaja todos los días en su tarea y su dedicación a transmitir saberes, prácticas, historias y anatomías se ve obligada a desdoblarse en su escritura para cumplir consigo misma y su trabajo. Dicho desdoblamiento impuesto es, al menos, formante de su modo de vida: es de donde quiere salir. 

La pregunta que quiero abrir es, ¿de qué manera podríamos facilitar la relación entre los modos personales de organizarse a través del lenguaje y los modos institucionales de control laboral minimizando la determinación de lo que se hace con la lengua? 

Seamos sinceras: muchas planificaciones son posibles. ¿No sería acaso muchísimo más interesante para todas las personas vinculadas a una institución invente sus maneras? ¿No sería acaso muchísimo más rico que cada una intente su propia manera de plasmar por escrito sus planificaciones así como los registros, las reflexiones, los delirios, las asociaciones, las conexiones, los colores, los dibujitos, el estado de ánimo y tantas otras cosas más?

Es que en la forma está el tono. Cuanto más interesante que leer una lista bibliográfica es leer, por ejemplo, las notas del 13 de abril: 

 

Ayer les mostraba a los alumnos de fundamentos de la corporalidad un libro que me prestó Sandra; se llama el libro triste, es de Michael Rosen y tiene ilustraciones de Quentin Blake. Es un tesoro. Empieza así (debajo de una imagen de Rosen sonriendo): este soy yo cuando estoy triste.



Ilustración de Ed Fairburn. 

Natalia dice: …el buscador me ofreció la obra de Ed Fairburn…



Entre otras cosas imagino que es mucho más posible releer los propios cuadernos que las planificaciones entregadas a la institución escolar. Escribimos para leernos. Sin saber cuando, como, ni porque lo haremos, las personas que escribimos diarios, nos leemos a nosotras mismas. 

De hecho Natalia comenta ese volver a leer y hasta transcribir sus propios cuadernos. Los revisa, ¿un poco por casualidad? 

En mi caso confieso que a veces los releo porque me manda una amiga fanática de la astrología a revisar fechas específicas, a veces para transcribirlos y quemarlos, para hacer espacio en la biblioteca, para recordar un viejo amor, para revestirme de nuevas maneras de pensarme en mi propio pasado. 

 

23 de enero.

Hoy revisando mis cuadernos veo que hay muchas anotaciones sobre el bazo. Es parte del complejo sistema inmunológico; es un órgano linfático que produce linfocitos y sustancias de defensa. ¿Qué recursos tengo para abordar lo que me pasa? Muchas veces tuve dificultades para defenderme. ¿De qué, de quiénes preciso para defenderme? ¿De mí misma?

 

Los diarios a veces parecen escritos por una persona ensimismada, lejos de ello creo que lo que reflejan es justamente un conversar con una misma que cambia la relación con todo. Por eso recomiendo escribir diarios, por eso me emociona leerlos. Ese tiempo de escucha y escritura modifica y espesa la relación con el mundo y las personas en general. 

Un diario es un entrenamiento cotidiano de volver a empezar. Todo se repite y nada se repite en un diario. Los temas vuelven, los temas vuelven y, así como vuelven, toman formas muy variadas hasta que se revelan como parte de lo mismo. Volver a leerse a una misma, releer las notas es un poco como volver a viajar.

 

28 de marzo

Hoy noté una similitud entre mi práctica diaria de tirarme al piso y la de escribir. 

Aunque la de escribir es más novedosa en mis hábitos, noto que hacer cualquier cosa todos los días tiene la fuerza de lo que insiste. 

 

Lo que cambia en la repetición. No es lo mismo hacer una vez una cosa que haberla hecho ya mil veces y hacerla una vez más. En Alabanza al cuerpo danzante, Federicci llega a la conclusión de que de la danza podemos aprender que "la materia no es estúpida", esta simple y quizás un poco provocativa afirmación nos recuerda que aprendemos de aquello que hacemos y aquello que hacemos es lo que estamos haciendo. La lengua no está para transformar el hacer en otra cosa, pero incluso, dado que insistimos mucho en esa operación: ello es lo que estamos haciendo. 

Mientras escribo recuerdo mi fascinación por los filósofos presocráticos a los dieciseis años cuando los leí por primera vez en la escuela secundaria. Tal vez por la simplicidad de mi reflexión, pero sobre todo por su contundencia. En muchas ocasiones en los talleres de escritura retomo una idea que aparece de diferentes maneras en los textos de val flores: la escritura como reeducación corporal. 

¿Es Natalia Perez la misma sin su diario? Evidentemente no. 

 

Marc Chagall. Circo Azul. 1950

Natalia dice: Entre los regalos de cumpleaños que recibí, un amigo me mandó, junto con su saludos, una imagen de Chagall. Se llama Circo Azul. 

 

Voy a volver a ponerme un poco presocrática: no es lo mismo un cuerpo que escribe todos los días en un cuaderno que un cuerpo que no lo hace. No da lo mismo vivir con un diario personal en la mochila, no da lo mismo tener la oportunidad de releer las propias obsesiones, los propios errores, los propios hallazgos. Y mucho menos da lo mismo publicar esas escrituras aún con su simplicidad, aún con sus errores, aún con sus altibajos y aún con todo aquello que no se entiende. Al mismo tiempo, no se es la misma docente si se ofrece al propio alumnado la posibilidad de leer los propios procesos:

 

12 de mayo

Volví sobre mis pasos; no sobre mis pasos sino sobre mi escritura. Entre otras confusiones, a veces siento la escritura y la lectura con mucha materialidad, con cuerpo. En ese retorno, encontré preguntas, temas que insisten:

¿Cómo cultivar el << ojo del huracán>> cuando aumento mi velocidad?

¿Cómo dilatar el tiempo poniendo atención en el detalle?

¿De qué están hechos la quietud y el movimiento, el callar y el decir, lo profundo y lo superficial?

Tengo un problema que me preocupa: a veces no escucho un enunciado simple; lo escucho pero no lo entiendo, lo entiendo pero no lo comprendo, no lo inscribo.

Por eso escribo. 

 

La escritura en cuanto reeducación, no es tanto una reeducación corporal que transforma hábitos instalados o “endereza en direcciones correctas”, sino más bien un hábito nuevo capaz de modificar, al menos un poquito, todo lo demás. Tal vez también por ello aparecen reflexiones acerca de los propios miedos frente a los grupos de alumnxs. 

Ser docente. Aqui o alla. Existen diferentes maneras de constituir ese espacio, diferentes maneras en que las cosas se constituyen. En parte es uno de los grandes defectos de nuestro sistema educativo gratuito, donde se valora poco el encuentro con cada docente, con cada persona que coordina un espacio de clases, cuando luego, por fuera, son las mismas personas a las que salimos a buscar. En particular, estos días en que un candidato a presidente en Argentina dice explícitamente que parte de su plan de gobierno es cerrar las escuelas públicas, me encuentro profundamente conmovida. Tal vez sea momento de articular los espacios institucionales con la vida misma, para entender que de una u otra manera, la mayoría de la población estamos en un entre. Y que poder formarse gratuitamente con personas que luego vas a salir a buscar por fuera de la institución tiene un valor social y cultural superior a todo lo que puedas imaginarte. Quizás debamos mirarnos con más amor al entrar cada día a la escuela y dejar de convertirla, como dice Natalia, en el día de la marmota. 

 

24 de septiembre

Charlé con algunas compañeras de trabajo acerca de las plenarias y otras reuniones obligatorias. Hay algo que me parece sorprendente: se repiten mes tras mes y muchas veces tengo la sensación de estar en la película El día de la marmota. Me parece que, en general, en esas reuniones no producimos nada, no dialogamos en serio. Suelen ser un lugar de catarsis para expresar las quejas, los malestares y las luchas de poder dentro de las instituciones. Mi manera de resistir es hacer uso de las faltas cuando puedo y, cuando estoy allí, irme con la imaginación a otro lugar; dibujar, escribir o hacer micro movimientos. 

 

Ese dia a dia de las clases. Ese cotidiano de los grupos de trabajo es donde se cultivan las reflexiones, los estados de ánimo, los cuerpos. Natalia se da cuenta de que es muy distinta la sinergia de entusiasmos que se arma cuando un grupo se anota y paga para tomar clases con ella. Siente que lxs alumnxs del conservatorio no se entusiasman y que la única que está entusiasmada en clase es ella. Mientras la leo me pregunto si viven su formación como un trámite. Me lamento de que algo así pueda pasar. Toda carrera universitaria y terciaria debería ser una fiesta, una cadena de entusiasmos que hacen sentido y suman sentido. 

 Qué lujo, recuerdo entre mis 18 y mis 20 años, me anoté en cinco carreras: Profesorado para EGB 1 y 2; Profesorado de expresión corporal; Tecnicatura en Danza Contemporánea; Profesorado en teoría y ciencias políticas; Formación Básica en Artes visuales. Llegue a completar hasta tres años de casi todas!! Pero me gradué solo de una de ellas: El profesorado para EGB 1 y 2, título con el cual he trabajado poquisimo, pero qué importa, si todo ello está en mi. Foucault nos recordaría que lo formado es formante, está operando en nuestra imaginación: 

 

… Hace unos días en el Seminario de Zhen me imaginé levitando. Me hubiese gustado imaginarme levitando sobre un acantilado, una playa, un desierto, pero la verdad es que me imaginé levitando de un trabajo al otro…

 

Un diario permite también entrelazar voces, gestos y existencias de las más variadas. El diario cita de otras maneras, de maneras incluso más efectivas y afectivas en la mayoría de los casos. Natalia cita muchísimos materiales, resonancias, recuerdos, maestrxs y amigxs: … Recuerdo un cuadro, la nave de los locos coma creo que era del Bosco. Natalia cita explicitando olvidos y confusiones: … Una vez un maestro (no recuerdo si fue Ray Chung o Martín Keogh). Natalia asocia lecturas y las califica sin pudores: … Me vuelve el título del precioso libro de Marie Bardet pensar con mover. Natalia comparte como, esa caja de referencias no es tan caja y sirve, sobre todo, para ir y volver sobre los materiales: … Vuelvo al libro de Michelle Serrés Variaciones sobre el cuerpo; … Me reí mucho cuando leí, en El tiempo de la convalecencia, la entrada Del esnobismo. Habla de la performance del artista Abramovic y su pareja Ulay en la muralla China; … Volví a escuchar la conferencia de Chiqui González en TED; se llama Ser un salto. 

El 25 de enero de 2017 Natalia recuerda un fragmento del diario personal publicado en Facebook de Alberto Giordano: un buen maestro tiene una preocupación constante: enseñar a que se prescinda de él. Un maestro que también ha sido compañero sustancial del recorrido. En el texto de contratapa escrito por el mismo, podemos leer: 

De las escrituras autobiográficas esperamos que registren o narren con verosimilitud vivencias significativas, y también, sobre todo, que transmitan sensación de vida: la impresión de que hay algo en curso entre las palabras, que recomienza y se interrumpe circunstancialmente, sujeto a las pulsaciones de lo indeterminado. En mis paseos por Facebook, esa sensación de vitalidad la recibo, puntualmente, de los Apuntes de clases que postea Natalia Perez. Cada fragmento encadena notas y reflexiones sobre procesos de aprendizaje o experiencias artísticas en los campos de la danza y la expresión corporal. Recibo cada apunte como una misiva fascinante que me llega desde un mundo extraño y misterioso. Tal vez porque no tiene pretensiones literarias, la escritura de Perez conquista lo que siempre persigue la literatura: configurar lo circunstancial sin inmovilizarlo, descubrir matices y observar su rareza. Los Apuntes de clases pertenecen a la misma familia anómala que algunos papeles dispersos de Felisberto Hernández, como ese en el que el uruguayo trata de realizar un deseo insensato, narrar el movimiento de una idea y dejarla vivir en la escritura, para que “no se pare, se termine, se asfixie, se muera, se haga pensamiento conceptual” (“Tal vez un movimiento”).

El año empieza donde termina y termina donde empieza. El final del libro me resultó emocionante. Fue como encontrarse íntimamente con Natalia, fue entenderla, fue reconocer sus ritmos y sus ciclos.  Ese pequeño loop de dos años de la vida de una docente, bailarina, alumna. Ese pequeño ciclo que termina y empieza y vuelve a terminar para volver a empezar. Un ciclo al mismo tiempo ofrece “algo” de lo que se re sabe y algo de lo que ni idea como será. 

Me siento identificada por ese entusiasmo de comienzo de año. Así como empezar cada nuevo año en la primaria, nuevo libro, nuevas fibras, nuevo cuaderno me llenaba de entusiasmo, así como hoy, cada nuevo cuaderno que comienzo, cada libro que termino, cada texto que toma forma y sale al mundo me llenan de entusiasmo. En Natalia encuentro “algo” de eso. A ustedes, les pasa igual?

 

Apuntes de Clases fue editado por Fidel Maguna y el diseño fue realizado por Bruno Trivisonno. El libro se presentó en diciembre de 2020 en Distrito 7, y en octubre de 2021 en el Ciclo Eshas.



Publicado en En palabras

Cómo citar este artículo. 

Zuain Josefina (2023) Twerk: autoconciencia a través del culo. Cuadernosdedanza.com.ar ISSN22508708. Entrega: 10 de Abril. 

Moshe Feldenkrais ha dicho que una autoimagen completa es un estado raro e ideal porque supone un conocimiento cabal del cuerpo. Sin embargo, sostuvo que se trata de un ideal puede ser alcanzado, aunque (y evidentemente) “en raras ocasiones”. El señalamiento de un ideal como posible y/o de un posible como ideal es, en este caso, el constructo de un estado superior de conocimiento y quizás también del ser (en el peor sentido del término), lo cual  vuelve a edificar el peligroso escenario en el que se realizan reparticiones morales dentro y a través de las técnicas de movimiento, las danzas y la morfología de los cuerpos.

El Twerk revela que la  autoimagen no puede ser completa, no puede ser aprehendida, atrapada o retratada; no se puede consumar en un saber-sabido porque cambia y seguirá cambiando. Porque la carne, que ha pasado a ser sujeto de la vibración, ya no puede fijarse en una autoimagen, porque la autoimagen nunca es (en el peor sentido de ser). 

Al mismo tiempo, ese culo que vibra por detrás y se disocia de las piernas, de la cara, del pecho, de las tetas y los brazos, ofrece una multiplicidad de sensaciones que revelan que la imagen no está necesariamente adelante. Volviendo contra las palabras de Moshe Feldenkrais, podemos retomar su afirmación acerca de que (...) 


Nuestra imagen es más precisa en la región situada frente a nuestros ojos que en la situada detrás de nosotros o sobre nuestras cabezas, y también lo es en posiciones que nos son conocidas, como la de estar sentados o de pie. (Feldenkrais, 1972, p. 31)


Puedo al menos señalar dos factores que se ponen en juego durante el entrenamiento de Twerk y que hackean, precisamente, los modos acostumbrados de la percepción (incluso de la percepción pensada desde técnicas de movimiento muy interesantes), a saber: (1) el culo que está atrás, no está tan atrás; (2) para bailar Twerk todas las posiciones son posibles, pero en contadas ocasiones te encontrarás bailando de pie o sentada. 

Es decir, esta tendencia a fijar la imagen por el frente, puede revolucionarse al incorporar el Twerk en la vida cotidiana, puede ofrecer una torsión que se vive, por ejemplo, al mirar el rebote de tus cachetes por los lados en un espejo que ya ni sabes si está delante, detrás o al costado de tu cuerpo (y eso ya ni importa). 

 

Ph. Moshe Feldenkrais. 

He podido comprobar, en las clases que tomo, en los laboratorios que coordino y en las confesiones que envian por escrito las personas que toman mis clases, que para entrar en el juego del Twerk es necesario asumir la condición cambiante de la autoimagen, y de esta manera, dar espacio a los procesos que pasan a tener lugar. En este proceso la escritura ofrece una alianza que considero una pieza radicalmente potente para vivenciar que el lenguaje también se parece más a una vibración del culo que a esa imagen certera de una autoimagen completa y erguida (a riesgo de rectificarse…) 

Es decir, la conciencia de la autoimagen no evoluciona hasta consumarse, porque la percepción, escucha y transformación de la autoimagen operan allí también, moviendolo todo. La autoimagen es móvil y cambiante, emerge y se escabulle entre la herencias, la educación y los procesos de autoconocimiento, es decir, entre aprendizajes y experiencias. Entre Twerks, charlas, sexo y escritura. Entre otredades de Twerk, de articulaciones, de culos y carnes (des)controladas.

Escribir con el culo: escrituras somáticas

Notando el carácter revolucionario del Twerk a niveles profundos, superficiales, cotidianos, sociales e íntimos, incorporé a los entrenamientos la invitación a realizar distintas operaciones para la escritura de registros. Escrituras que fueran capaces de atesorar momentos, elementos, aprendizajes y herramientas recolectados durante los procesos de transformación y “escabullicion” del yo tanto como del mi-cuerpo-mi-culo. 

La intención de la escritura, para mi y para el grupo, era y es la vuelta sobre preguntas, sensaciones, temores, vergüenzas, divertimentos, cansancios y la reflexión acerca de la mala fama que tiene lo grotesco, lo incomprensible, lo difuso, lo vibrátil. Así que para acompañar el entrenamiento en Twerk llevamos un diario en el que se van pegoteando los momentos del proceso, los procesos del vibrar y los tesoros de bailar y sentir las zonas erógenas vibrando y rebalsando. 

El diario de Twerk no es un espacio de registro de verdades, no es una herramienta para acceder a la autoimagen completa o completar la autoimagen y consumarla. El diario no es una propuesta para delinear bordes claros y establecer(nos) en autosaberes-autoidentitarios. El diario permite ver cómo el registro mismo hace de motor de cambio. Es un trabajo de atención con la percepción, una práctica somática.

Estoy convencida de que la escritura de un diario jamás funciona como la fijación de un yo o una autoimagen, sino que se constituye como un práctica  que acompaña e impulsa los procesos de transformación, siempre y cuando el diario se sepa íntimo y destruible. Cuando emerge la imagen de una lectura potencial, el diario pierde sentido como tal y pasa a ser una imagen proyectada en palabras.  Una imagen a la cual se quiere acceder y a la cual probablemente no se acceda ni se accederá jamás. ¿Me levanté un poco drástica?

Así, desde las clases, atender cómo muevo el culo es atender también cómo escribo y atender cómo escribo (cuándo, dónde, a qué velocidad) es atender cómo vivo. Es que, evidentemente, observarse a una misma es mucho más transformador que repetir mecánicamente cualquier acción o comportamiento, eso lo aprendimos en las clases de Feldenkrais y Eutonía, las sesiones de psicoanálisis y las charlas con amigas. 

Atenti! Separá los cachetes, no arrugues el piso pélvico

Las indicaciones pretenden menos la reproducción mecánica de un estilo de danza y más el desarrollo de superhabilidades culísticas por medio de la orientación de la atención y la escucha. Este entrenamiento, el de la práctica de la escucha de ese atrás que se desborda por los glúteos medios, es una técnica somática. Lejos de entrar en la cuestión del  copyright, la pregunta acerca de los modos en que los saberes de las prácticas somáticas me podían ayudar a transmitir el Twerk se manifestó en la acción. Podríamos decir que sucedió solo, pero esa fórmula me quitaría toda respons(h)abilidad al respecto. 

Necesitamos saber y sentir que el trocánter es circular, que el psoas conecta costillas con trocánter pasando por delante de la cresta ilíaca. Necesitamos sentir para saber que existen tonos musculares y que podemos maniobrar con ellos para componer vibraciones, configuraciones y twerkeos. Necesitamos distinguir tendones de huesos de carnes de piel… Los imaginarios, la información colaboran con el desarrollo técnico. Dentro de estos parámetros necesitamos también, hacer pausas. La pausa permite resetear la atención, hacerlo cada vez como si fuera la primera vez, y, de alguna manera, desarmar o torcer la noción de que la cantidad es preferible a la calidad. Feldenkrais explica la pausa de la siguiente manera: 


La posibilidad de una pausa entre la creación de la pauta de pensamiento de cualquier acción particular y la ejecución de esa acción constituye la base física de la conciencia. Esa pausa permite examinar qué sucede en nuestro interior en el momento en que se forma la intención de perpetrar el acto, así como durante su comisión. La posibilidad de aplazar la acción —de prolongar el período que separa la intención de su ejecución— permite al hombre aprender a conocerse. Y es mucho lo que hay por conocer, pues los sistemas que llevan a cabo nuestros impulsos internos actúan automáticamente, como en el resto de los animales superiores. (Feldenkrais, 1972, p. 54)


Las imágenes y las herramientas nombradas y convocadas en cada clase, permiten pensar y actuar, actuar pensando y pensar actuando. Esta es una base pedagógica de muchas técnicas de danza y del abordaje técnico de muchos estilos, escuchar mientras al mismo tiempo se está haciendo permite realizar ajustes sin detener el movimiento y la exploración kinética que se está atravesando, permite acompasar la escucha al movimiento.

El principio de trabajo es la noción de que el proceso de aprendizaje es un proceso de diferenciación. Esto quiere decir que desarrollar la técnica de Twerk es entender, sentir, percibir y maniobrar la(s) diferencia(s) entre vibraciones, direcciones de cadera y ritmos; entre partes del cuerpo, texturas, densidades cárnicas y empujes. Sostener este discernimiento en el espacio y en las distintas posiciones, por ejemplo, hacer jigle en cuatro patas, en ranita, invertida, de pie y en cualquier otra posición o configuración del cuerpo en la que me las arregle para no detener la vibración.

 

Pseudo Galeno, origen inglés, mediados del siglo XV. Londres, Wellcome Library, Ms. 290, fol. 52v (el cuerpo de la gestante y la formación del feto).

 

La habitualidad de los hábitos 

Hace falta desarmar muchos hábitos, este proceso no implica reemplazar de una imagen por otra, sino construir otra forma de pensar, sentir y constituir técnica. Una oportunidad para hacerlo de otra manera porque el Twerk cambia los modos en que habitualmente vivimos-usamos-somos el sistema de colaboración dinámica entre mirada, tacto y propiocepción. 

Durante el Twerk la mirada no puede funcionar como vigile de tus movimientos. No podés corroborar con la vista, incluso cuando estés bailando frente a un espejo e intentes mirar(te) el culo, la relación se organiza de un modo diferente porque el oído interno y la mirada se ubican en torsión: permanecen torsionando. 

La configuración del cuerpo en torsión también modifica el sistema de información que circula entre y en las articulaciones, lo que, como decía, transforma los circuitos de información que constituyen la propiocepción y eso cambia la imagen y las intenciones de su captación y construcción. 

Además, el Twerk es un modo de multiplicar los usos y las variabilidades tonales de los músculos que realizan la mayor porción de fuerza en toda actividad. No solo cada uno de ellos, sino fundamentalmente sus modos de funcionar en relación. Feldenkrais sostiene que para que los movimientos sean “eficaces” el trabajo pesado debe ser transferido a los músculos capaces de hacerlo y señala que los músculos más grandes y fuertes son los conectados con la pelvis:


La mayor parte del trabajo la ejecutan esos músculos, en particular los de las nalgas, los muslos y el abdomen. A medida que nos alejamos del centro de gravedad del cuerpo en dirección a las extremidades, los músculos se tornan cada vez más delgados. Los músculos de los miembros están construidos de manera que puedan dirigir sus movimientos con exactitud; a la vez, la mayor parte de la potencia de los músculos pelvianos es conducida por los huesos de las extremidades hasta el punto donde debe ejercerse. (Feldenkrais, 1972, p. 95)


El movimiento es el mejor medio de aprendizaje porque es la principal ocupación del sistema nervioso.  El fortalecimiento y la apertura de variabilidades de la musculatura ofrece una optimización de la atención durante la escucha. 

De la imagen plana vamos pasando a un volumen multidireccional, un(os) espacio(s) densos, opacos, bifurcados. Densidades de carne, variabilidades de la(s) piel(es), variabilidad de las sensaciones. No olviden que en el piso pélvico está el clítoris y la vibración del clítoris provoca orgasmos. 


Un cambio fundamental que opere en la base motriz, dentro de cualquier patrón de integración, puede fracturar la cohesión del conjunto y, en consecuencia, liberar al pensamiento y el sentimiento de las ataduras que los sujetan a los patrones de sus rutinas establecidas. En esa situación es mucho más fácil efectuar cambios en el pensamiento y el sentimiento, puesto que la parte correspondiente a los músculos, por intermedio de la cual el pensamiento y el sentimiento llegan hasta nuestra conciencia, ha cambiado y ya no expresa más las pautas que nos eran familiares. El hábito ha perdido su principal sostén, que son los músculos, y se ha tornado más dócil al cambio. (Feldenkrais, 1972, p. 47-48)


 

Twerkear y Persistir. Persistir y Twerkear

Volviendo a la pregunta por lo que se revoluciona en el Twerk, podríamos decir, aplicando los términos en que se expresa Moshe, que el Twerk es revolución porque, dado que vivimos en una sociedad que exige un desarrollo mínimo de las personas, solo aquellas que viven fuera de lo corriente, persisten en mejorar su autoimagen, ampliar su potencial y vivir la vida como una transformación constante, como un proceso vital. 

De la misma manera que para hacer cambios en la forma de danzar, vivir, sentir y pensar, es necesario cambiar la autoimagen y provocar en ella cambios constantes. Estoy convencida de que cambiando las formas de danzar es posible ejecutar cambios a todos los niveles. Del todo a la parte de la parte al todo o, mejor dicho, del todo como parte de la parte que es el todo. 

Bailar Twerk es placentero, energizante, divertido, sensual y difícil. La integración de actividades con estas características en la vida cotidiana de las personas es revolución porque permite darlo vuelta todo.

La autoimagen puede tener la forma de una vibración, lo que la vuelve difusa o borrosa. O al menos no la vuelve ni tan clara, ni tan distinta. La autoimagen tiene un desarrollo muy específico cuando la vibramos sacudiéndola como agua posada en la piel de los cachetes del culo. En definitiva, estamos trabajando con la pregunta que presenta Marie Bardet en Perder la cara, un libro-dispositivo que desmantela o raja la tela de fondo que sostiene la hegemonía de lo visual y su consecuente organización frontal del cuerpo (Realicemos una lista de las consecuencias para el culo!!):  


¿cómo situar -y situarse con - una atención (antes que con-ciencia) corporeizante, o ecosomatica, relacional, que emerge por fricción y con-tacto, intensidad y extensión que crecen de los movimientos y las sensaciones? Una atención dinámica “ a través del movimiento”, por tendencias movientes de manera conjunta a los cambios y a través de las sensaciones como diferencias, que afirma sin una interioridad segura de si mismx (moi), ni una síntesis conjuntiva del yo (je), componiendo un agenciamiento de sensaciones, movimientos e imágenes. (Bardet, 2022, p. 148)


Y el proceso no es simplemente sencillo, porque “a medida que se operan cambios en la propia persona se descubren dificultades nuevas, hasta entonces inadvertidas (...) solo a medida que la confianza en sí mismo se fortalece se torna posible reconocerlas” (Feldenkrais, 1972, p. 17). Y sacudrilas y (des)ordenarlas y transformarlas.  

 

Bibliografia. 

Bardet, M. (2022) Perder la cara. Buenos Aires: Editorial Cactus. 

Feldenkrais M. (1972) Autoconciencia a través del movimiento. Ejercicios fáciles para mejorar tu postura, tu visión, imaginación y desarrollo personal. Barcelona: Paidós. 

 

Ph de portada. Tomada de “Peter Reed. El clasicismo de los glúteos apretados de un bailarín”. Autor: Robert Mapplethorpe. Estados Unidos, 1980

 

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