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Zuain Josefina (2023) Twerk: autoconciencia a través del culo. Cuadernosdedanza.com.ar ISSN22508708. Entrega: 10 de Abril. 

Moshe Feldenkrais ha dicho que una autoimagen completa es un estado raro e ideal porque supone un conocimiento cabal del cuerpo. Sin embargo, sostuvo que se trata de un ideal puede ser alcanzado, aunque (y evidentemente) “en raras ocasiones”. El señalamiento de un ideal como posible y/o de un posible como ideal es, en este caso, el constructo de un estado superior de conocimiento y quizás también del ser (en el peor sentido del término), lo cual  vuelve a edificar el peligroso escenario en el que se realizan reparticiones morales dentro y a través de las técnicas de movimiento, las danzas y la morfología de los cuerpos.

El Twerk revela que la  autoimagen no puede ser completa, no puede ser aprehendida, atrapada o retratada; no se puede consumar en un saber-sabido porque cambia y seguirá cambiando. Porque la carne, que ha pasado a ser sujeto de la vibración, ya no puede fijarse en una autoimagen, porque la autoimagen nunca es (en el peor sentido de ser). 

Al mismo tiempo, ese culo que vibra por detrás y se disocia de las piernas, de la cara, del pecho, de las tetas y los brazos, ofrece una multiplicidad de sensaciones que revelan que la imagen no está necesariamente adelante. Volviendo contra las palabras de Moshe Feldenkrais, podemos retomar su afirmación acerca de que (...) 


Nuestra imagen es más precisa en la región situada frente a nuestros ojos que en la situada detrás de nosotros o sobre nuestras cabezas, y también lo es en posiciones que nos son conocidas, como la de estar sentados o de pie. (Feldenkrais, 1972, p. 31)


Puedo al menos señalar dos factores que se ponen en juego durante el entrenamiento de Twerk y que hackean, precisamente, los modos acostumbrados de la percepción (incluso de la percepción pensada desde técnicas de movimiento muy interesantes), a saber: (1) el culo que está atrás, no está tan atrás; (2) para bailar Twerk todas las posiciones son posibles, pero en contadas ocasiones te encontrarás bailando de pie o sentada. 

Es decir, esta tendencia a fijar la imagen por el frente, puede revolucionarse al incorporar el Twerk en la vida cotidiana, puede ofrecer una torsión que se vive, por ejemplo, al mirar el rebote de tus cachetes por los lados en un espejo que ya ni sabes si está delante, detrás o al costado de tu cuerpo (y eso ya ni importa). 

 

Ph. Moshe Feldenkrais. 

He podido comprobar, en las clases que tomo, en los laboratorios que coordino y en las confesiones que envian por escrito las personas que toman mis clases, que para entrar en el juego del Twerk es necesario asumir la condición cambiante de la autoimagen, y de esta manera, dar espacio a los procesos que pasan a tener lugar. En este proceso la escritura ofrece una alianza que considero una pieza radicalmente potente para vivenciar que el lenguaje también se parece más a una vibración del culo que a esa imagen certera de una autoimagen completa y erguida (a riesgo de rectificarse…) 

Es decir, la conciencia de la autoimagen no evoluciona hasta consumarse, porque la percepción, escucha y transformación de la autoimagen operan allí también, moviendolo todo. La autoimagen es móvil y cambiante, emerge y se escabulle entre la herencias, la educación y los procesos de autoconocimiento, es decir, entre aprendizajes y experiencias. Entre Twerks, charlas, sexo y escritura. Entre otredades de Twerk, de articulaciones, de culos y carnes (des)controladas.

Escribir con el culo: escrituras somáticas

Notando el carácter revolucionario del Twerk a niveles profundos, superficiales, cotidianos, sociales e íntimos, incorporé a los entrenamientos la invitación a realizar distintas operaciones para la escritura de registros. Escrituras que fueran capaces de atesorar momentos, elementos, aprendizajes y herramientas recolectados durante los procesos de transformación y “escabullicion” del yo tanto como del mi-cuerpo-mi-culo. 

La intención de la escritura, para mi y para el grupo, era y es la vuelta sobre preguntas, sensaciones, temores, vergüenzas, divertimentos, cansancios y la reflexión acerca de la mala fama que tiene lo grotesco, lo incomprensible, lo difuso, lo vibrátil. Así que para acompañar el entrenamiento en Twerk llevamos un diario en el que se van pegoteando los momentos del proceso, los procesos del vibrar y los tesoros de bailar y sentir las zonas erógenas vibrando y rebalsando. 

El diario de Twerk no es un espacio de registro de verdades, no es una herramienta para acceder a la autoimagen completa o completar la autoimagen y consumarla. El diario no es una propuesta para delinear bordes claros y establecer(nos) en autosaberes-autoidentitarios. El diario permite ver cómo el registro mismo hace de motor de cambio. Es un trabajo de atención con la percepción, una práctica somática.

Estoy convencida de que la escritura de un diario jamás funciona como la fijación de un yo o una autoimagen, sino que se constituye como un práctica  que acompaña e impulsa los procesos de transformación, siempre y cuando el diario se sepa íntimo y destruible. Cuando emerge la imagen de una lectura potencial, el diario pierde sentido como tal y pasa a ser una imagen proyectada en palabras.  Una imagen a la cual se quiere acceder y a la cual probablemente no se acceda ni se accederá jamás. ¿Me levanté un poco drástica?

Así, desde las clases, atender cómo muevo el culo es atender también cómo escribo y atender cómo escribo (cuándo, dónde, a qué velocidad) es atender cómo vivo. Es que, evidentemente, observarse a una misma es mucho más transformador que repetir mecánicamente cualquier acción o comportamiento, eso lo aprendimos en las clases de Feldenkrais y Eutonía, las sesiones de psicoanálisis y las charlas con amigas. 

Atenti! Separá los cachetes, no arrugues el piso pélvico

Las indicaciones pretenden menos la reproducción mecánica de un estilo de danza y más el desarrollo de superhabilidades culísticas por medio de la orientación de la atención y la escucha. Este entrenamiento, el de la práctica de la escucha de ese atrás que se desborda por los glúteos medios, es una técnica somática. Lejos de entrar en la cuestión del  copyright, la pregunta acerca de los modos en que los saberes de las prácticas somáticas me podían ayudar a transmitir el Twerk se manifestó en la acción. Podríamos decir que sucedió solo, pero esa fórmula me quitaría toda respons(h)abilidad al respecto. 

Necesitamos saber y sentir que el trocánter es circular, que el psoas conecta costillas con trocánter pasando por delante de la cresta ilíaca. Necesitamos sentir para saber que existen tonos musculares y que podemos maniobrar con ellos para componer vibraciones, configuraciones y twerkeos. Necesitamos distinguir tendones de huesos de carnes de piel… Los imaginarios, la información colaboran con el desarrollo técnico. Dentro de estos parámetros necesitamos también, hacer pausas. La pausa permite resetear la atención, hacerlo cada vez como si fuera la primera vez, y, de alguna manera, desarmar o torcer la noción de que la cantidad es preferible a la calidad. Feldenkrais explica la pausa de la siguiente manera: 


La posibilidad de una pausa entre la creación de la pauta de pensamiento de cualquier acción particular y la ejecución de esa acción constituye la base física de la conciencia. Esa pausa permite examinar qué sucede en nuestro interior en el momento en que se forma la intención de perpetrar el acto, así como durante su comisión. La posibilidad de aplazar la acción —de prolongar el período que separa la intención de su ejecución— permite al hombre aprender a conocerse. Y es mucho lo que hay por conocer, pues los sistemas que llevan a cabo nuestros impulsos internos actúan automáticamente, como en el resto de los animales superiores. (Feldenkrais, 1972, p. 54)


Las imágenes y las herramientas nombradas y convocadas en cada clase, permiten pensar y actuar, actuar pensando y pensar actuando. Esta es una base pedagógica de muchas técnicas de danza y del abordaje técnico de muchos estilos, escuchar mientras al mismo tiempo se está haciendo permite realizar ajustes sin detener el movimiento y la exploración kinética que se está atravesando, permite acompasar la escucha al movimiento.

El principio de trabajo es la noción de que el proceso de aprendizaje es un proceso de diferenciación. Esto quiere decir que desarrollar la técnica de Twerk es entender, sentir, percibir y maniobrar la(s) diferencia(s) entre vibraciones, direcciones de cadera y ritmos; entre partes del cuerpo, texturas, densidades cárnicas y empujes. Sostener este discernimiento en el espacio y en las distintas posiciones, por ejemplo, hacer jigle en cuatro patas, en ranita, invertida, de pie y en cualquier otra posición o configuración del cuerpo en la que me las arregle para no detener la vibración.

 

Pseudo Galeno, origen inglés, mediados del siglo XV. Londres, Wellcome Library, Ms. 290, fol. 52v (el cuerpo de la gestante y la formación del feto).

 

La habitualidad de los hábitos 

Hace falta desarmar muchos hábitos, este proceso no implica reemplazar de una imagen por otra, sino construir otra forma de pensar, sentir y constituir técnica. Una oportunidad para hacerlo de otra manera porque el Twerk cambia los modos en que habitualmente vivimos-usamos-somos el sistema de colaboración dinámica entre mirada, tacto y propiocepción. 

Durante el Twerk la mirada no puede funcionar como vigile de tus movimientos. No podés corroborar con la vista, incluso cuando estés bailando frente a un espejo e intentes mirar(te) el culo, la relación se organiza de un modo diferente porque el oído interno y la mirada se ubican en torsión: permanecen torsionando. 

La configuración del cuerpo en torsión también modifica el sistema de información que circula entre y en las articulaciones, lo que, como decía, transforma los circuitos de información que constituyen la propiocepción y eso cambia la imagen y las intenciones de su captación y construcción. 

Además, el Twerk es un modo de multiplicar los usos y las variabilidades tonales de los músculos que realizan la mayor porción de fuerza en toda actividad. No solo cada uno de ellos, sino fundamentalmente sus modos de funcionar en relación. Feldenkrais sostiene que para que los movimientos sean “eficaces” el trabajo pesado debe ser transferido a los músculos capaces de hacerlo y señala que los músculos más grandes y fuertes son los conectados con la pelvis:


La mayor parte del trabajo la ejecutan esos músculos, en particular los de las nalgas, los muslos y el abdomen. A medida que nos alejamos del centro de gravedad del cuerpo en dirección a las extremidades, los músculos se tornan cada vez más delgados. Los músculos de los miembros están construidos de manera que puedan dirigir sus movimientos con exactitud; a la vez, la mayor parte de la potencia de los músculos pelvianos es conducida por los huesos de las extremidades hasta el punto donde debe ejercerse. (Feldenkrais, 1972, p. 95)


El movimiento es el mejor medio de aprendizaje porque es la principal ocupación del sistema nervioso.  El fortalecimiento y la apertura de variabilidades de la musculatura ofrece una optimización de la atención durante la escucha. 

De la imagen plana vamos pasando a un volumen multidireccional, un(os) espacio(s) densos, opacos, bifurcados. Densidades de carne, variabilidades de la(s) piel(es), variabilidad de las sensaciones. No olviden que en el piso pélvico está el clítoris y la vibración del clítoris provoca orgasmos. 


Un cambio fundamental que opere en la base motriz, dentro de cualquier patrón de integración, puede fracturar la cohesión del conjunto y, en consecuencia, liberar al pensamiento y el sentimiento de las ataduras que los sujetan a los patrones de sus rutinas establecidas. En esa situación es mucho más fácil efectuar cambios en el pensamiento y el sentimiento, puesto que la parte correspondiente a los músculos, por intermedio de la cual el pensamiento y el sentimiento llegan hasta nuestra conciencia, ha cambiado y ya no expresa más las pautas que nos eran familiares. El hábito ha perdido su principal sostén, que son los músculos, y se ha tornado más dócil al cambio. (Feldenkrais, 1972, p. 47-48)


 

Twerkear y Persistir. Persistir y Twerkear

Volviendo a la pregunta por lo que se revoluciona en el Twerk, podríamos decir, aplicando los términos en que se expresa Moshe, que el Twerk es revolución porque, dado que vivimos en una sociedad que exige un desarrollo mínimo de las personas, solo aquellas que viven fuera de lo corriente, persisten en mejorar su autoimagen, ampliar su potencial y vivir la vida como una transformación constante, como un proceso vital. 

De la misma manera que para hacer cambios en la forma de danzar, vivir, sentir y pensar, es necesario cambiar la autoimagen y provocar en ella cambios constantes. Estoy convencida de que cambiando las formas de danzar es posible ejecutar cambios a todos los niveles. Del todo a la parte de la parte al todo o, mejor dicho, del todo como parte de la parte que es el todo. 

Bailar Twerk es placentero, energizante, divertido, sensual y difícil. La integración de actividades con estas características en la vida cotidiana de las personas es revolución porque permite darlo vuelta todo.

La autoimagen puede tener la forma de una vibración, lo que la vuelve difusa o borrosa. O al menos no la vuelve ni tan clara, ni tan distinta. La autoimagen tiene un desarrollo muy específico cuando la vibramos sacudiéndola como agua posada en la piel de los cachetes del culo. En definitiva, estamos trabajando con la pregunta que presenta Marie Bardet en Perder la cara, un libro-dispositivo que desmantela o raja la tela de fondo que sostiene la hegemonía de lo visual y su consecuente organización frontal del cuerpo (Realicemos una lista de las consecuencias para el culo!!):  


¿cómo situar -y situarse con - una atención (antes que con-ciencia) corporeizante, o ecosomatica, relacional, que emerge por fricción y con-tacto, intensidad y extensión que crecen de los movimientos y las sensaciones? Una atención dinámica “ a través del movimiento”, por tendencias movientes de manera conjunta a los cambios y a través de las sensaciones como diferencias, que afirma sin una interioridad segura de si mismx (moi), ni una síntesis conjuntiva del yo (je), componiendo un agenciamiento de sensaciones, movimientos e imágenes. (Bardet, 2022, p. 148)


Y el proceso no es simplemente sencillo, porque “a medida que se operan cambios en la propia persona se descubren dificultades nuevas, hasta entonces inadvertidas (...) solo a medida que la confianza en sí mismo se fortalece se torna posible reconocerlas” (Feldenkrais, 1972, p. 17). Y sacudrilas y (des)ordenarlas y transformarlas.  

 

Bibliografia. 

Bardet, M. (2022) Perder la cara. Buenos Aires: Editorial Cactus. 

Feldenkrais M. (1972) Autoconciencia a través del movimiento. Ejercicios fáciles para mejorar tu postura, tu visión, imaginación y desarrollo personal. Barcelona: Paidós. 

 

Ph de portada. Tomada de “Peter Reed. El clasicismo de los glúteos apretados de un bailarín”. Autor: Robert Mapplethorpe. Estados Unidos, 1980

 

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