Pensar en la movilidad parece estar inevitablemente relacionado con la noción de superficie; es decir, la configuración de un área designada, una referencia específica a una cierta representación de un territorio, o una coordenada geopolítica y, por tanto, de una manera, no natural, totalmente representacional que define el movimiento. Por eso es importante considerar conceptos como la movilización y la migración, y cómo la experiencia de nuestra relación Estado-Nación transforma la corporealidad, incluso nuestra consideración del cuerpo sobre un paisaje designado. Precisamente en estos casos -los que implican representación y subjetivación- en los que nuestra comprensión común del cuerpo se hace insuficiente. Esto, me gustaría pensar, podría ser abordado a través de la danza contemporánea, ya que en ella la fisicalidad del bailarín pudiera aportar nuevas subjetividades. ¿Cuál podría ser la contribución de la coreografía en el contexto de la movilización global? ¿Cómo podemos bailar y actuar, fuera de la relación Estado-Nación, creando un camino, una ruta, una frase de movimiento alternativo, basado en prácticas colaborativas y procesos creativos? Considero que tales aproximaciones al cuerpo, permiten diferentes enfoques no sólo…