Llegué a la clase con miedo a llegar tarde y a no poder moverme entre lo que imaginaba que serían acróbatas bailarinas. Está imagen limitante, esta idea confusa inicial de que a las danzantes les gusta saltar y moverse rápido todo el tiempo, son altaneras y no me quieren. Si. Mi imaginario no siempre juega a favor de la experiencia. ¿Alguien más se siente limitado por su imaginario? Con todas estas cosas activas en la mente, me sentí “nada disponible”, salvo un recuerdo propulsor. Muchas veces mi discurso interno habla en contra de la transformación y otra parte de mi, habla a favor de rescatar belleza de la memoria. A esta parte vamos a llamarla ella. Ella se deja mover, sabe bajar la guardia, dejar la dureza y renovar la capacidad de asombro. Ella quiere seguir viviendo. En el salón, ella y yo fuimos al piso. Gruñendo la falta de plasticidad, sintiendo pesados los talones, cargando algunos kilos de angustia. Eugenia guiaba la exploración. Su voz viajaba calma, segura, a veces no tanto. Yo creía escuchar alguna pregunta entre sus…