Para la búsqueda de la creación autónoma, de la singularidad de cada subjetividad, comenzamos los encuentros con una presentación sobre nuestro recorrido escénico. Luego de media hora comenzamos un entrenamiento trazado por aspectos técnicos específicos. Herramientas que permiten fortalecer la presencia particular de cada uno en el espacio y con los otros. El recurso de coro y corifeo sirve a la absorción de la propuesta de un guía y su utilización entre el grupo. Decidir en qué momento guío y cuándo soy desplazado para ser guíado. Dentro de un trabajo más individual, soltamos la lengua libremente y comenzamos a crear mundos impensados. Decidimos abandonar el tiempo que uno cree que la mente necesita para generar imaginario y expresarlo. Ya no respondemos a un argumento lineal porque ese no es el eje, estamos entrenando ahora en eso que estoy diciendo cómo lo produzco. Aparecen saltos expresivos, juegos que abren diferentes sentidos claros y concisos que nos permiten entender qué hacemos cuando hacemos. Generamos, entre otras cosas, una frase que podemos ubicarla en cual sea la situación que esté sucediendo. La arriesgamos…