Originalmente presentado como charla en el marco del 3° encuentro de danza en el NOA. 30 de marzo de 2019. Salta, Argentina. “Estábamos preparados para admitirlo todo, excepto que comenzamos a ser por los pies”. (Leroi-Gourhan, 1965, I, 97) Este artículo es una invitación a trasportarnos en el tiempo y desandar el decurso de lo que comúnmente denominamos danza, hasta sus orígenes. Para llegar a ese punto primigenio habrá que sortear, al menos, dos grandes dificultades. La primera de ellas es la dificultad de trazar una definición de danza precisa; esto se debe a que, al danzar, nos encontramos con una reactualización de los tres principios de la locomoción humana: caminar, correr y saltar. Hasta los más complicados movimientos de la danza en la actualidad tienen basamento en aquello que constituye nuestro andar cotidiano y por eso resulta difícil marcar el límite entre la danza y el movimiento ordinario. Otra dificultad aparece al preguntarnos por su origen, ya que al pensar en ella desde cualquier ángulo, frecuentemente se vuelve a las preguntas por cuándo y cómo el ser humano comenzó…