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Jueves, 07 Marzo 2024 18:50

Estar jugado. Caer torcido

Escrito por Francisco Negri

Cómo citar este artículo
Negri, Francisco (2024) Estar jugado. Caer torcido. Cuadernosdedanza.com.ar ISSN22508708. Publicado: 7 de marzo.  

 

Sí, invito a leer esto como una ficción.
Jonas Mekas (1)

 Hace al menos tres años vengo investigando y pensando los (mis) procedimientos de búsqueda y creación artística. En el año 2019, mientras comenzaba mi proyecto de tesis final de grado, me topé con este concepto que significó una revelación en mis pensamientos; por fin ese fetiche inefable que merodeaba en mi cabeza (prácticamente desde que soy espectador de obras) podía ser nombrado de una manera específica. Me interesa pensar en los procedimientos como huellas que dan cuenta de un(os) modo(s) de hacer; una práctica creativa y reflexiva, atravesada por las idas y vueltas del día a día y las estructuras fragmentarias del pensamiento. Se (me) vuelve indisociable pensar en los procesos creativos de forma entrecruzada con la rutina diaria y el ritmo acelerado de la ciudad. Dentro de esa gran huella que podemos nombrar como procedimiento existen, a su vez, microfisuras, pequeñas hendijas constituidas por las contingencias personales: un encuentro fugaz, una separación, enamoramientos, conflictos, pagar el alquiler, el (los) trabajo(s), la muerte de un ser queridx, entre tantas posibilidades. 

Indagar y reflexionar sobre esos modos de hacer, compuestos por huellas -algunas muy hondas y otras más superficiales-, significó en mi investigación encontrar formas de nombrar aquello que estaba ocurriendo. Me permitió poder entrecruzar palabras con gestos, movimientos y destrezas, que me permitieran entender lo que estaba haciendo, para así poder componer una suerte de teoría específica sobre mi práctica artística. Imaginar el procedimiento como huella me convoca a sentirme un arqueólogo, que busca en ese terreno fangoso pistas que le permitan (re)construir una historia, o al menos inventarla. En ese sentido, lo que se revela siempre es de forma posterior a que ocurre. Al caminar no quedan huellas en el piso delante de uno, sino atrás; solo caminando queda el rastro de la pisada y solo frenando y volteando la mirada se puede ver el camino marcado. El procedimiento no sucede de forma premeditada, sino que da cuenta de una serie de búsquedas ya ocurridas. 

A lo largo del siguiente texto voy a bucear en el último proyecto que me encuentro desarrollando junto al colectivo artístico que integro, el Colectivo Bordel (2). En este ensayo todo puede ser, aún lo que no fue. Una vez la bailarina y performer Carla Di Grazia me(nos) contó que para ella estar en escena era absolutamente transformador porque era el único lugar en el que podía ganar. Mientras en su vida cotidiana atravesaba duelos, muertes cercanas y angustias, la escena era ese espacio donde ella salía victoriosa y enaltecida. Un lugar donde el cuerpo se vuelve un artificio para construir mundos oscilantes, posibles y fantasiosos (3). Hace poco un queridísimo amigo -miembro del Colectivo Bordel e intérprete de la obra- me preguntó en un mail para quién escribía o al menos en quién pensaba mientras escribía. Sorprendido por la pregunta empecé a escribir: “No siento que le escriba a alguien, ni siquiera a mis amigxs íntimos. Siento que escribo porque algo se me revela en esa práctica, escribo para conocer(me) y pensar(me) de otras maneras que si no fueran por la escritura jamás ocurrirían. Y creo que esa no intención de escribirle a otrx es lo que me permite suscitar y despertar estas conexiones inesperadas y sorpresivas, esa posibilidad de hacer dialogar dos cosas que -a priori- no tienen que ver. Escribo para que mi mundo colisione entre sí, para romper mi experiencia y crear nuevos agenciamientos de lo vivido, para pensar otras posibilidades“ (4). Vir Cano dice algo así como que sus escritos son ese espacio ficticio donde la vida y la muerte, lxs vivxs y lxs muertxs, existen en el mismo plano, dialogan, piensan y bailan entre sí. 

Que se choquen y se crucen, entonces, mundos, personas, batallas, deseos, fantasías, incertidumbres, vida, muerte, huellas, cicatrices, duelos, escrituras y creaciones. 

Fragmentos de un diario ficticio e incompleto

Mayo de 2021

Después de varias idas y vueltas producto de las circunstancias cambiantes de la pandemia, comenzamos a pensar en el nuevo proyecto del grupo. Hace unos años, cuando empezamos a trabajar juntxs, tomamos la decisión de entendernos como colectivo y no tanto como compañía porque lo que perseguimos es la ilusión de componer y crear obras de forma colectiva, donde lo que surja sea el resultado de una mixtura de imaginarios. Nuestra(s) obra(s) son algo más amplio que la suma de nuestras individualidades, son un espacio común, un terreno seguro para la prueba y el riesgo; una entidad que nos incluye y que nos supera de formas simultáneas, que nos necesita para existir pero que su existencia sucede de forma independiente. Desde esta perspectiva empezamos a discutir de qué forma mutar un viaje a Inglaterra -que se encontraba dificultado por la pandemia- en otro proyecto que pudiera desarrollarse a pesar -y con- la situación sanitaria (5). 

Hablamos durante varios días, lanzamos muchas propuestas. Entre todo lo que va apareciendo surge la idea de hacer algo que nos entusiasme, que nos motive y nos sirva como salvavidas para flotar en la incertidumbre del momento. Pensando desde -y con- el deseo surge la idea de hacer una serie de encuentros virtuales con los estudiantes de la Sheffield Hallam University donde pudiéramos compartir con ellxs algunos de los intereses y búsquedas que tenemos como colectivo. Durante esos encuentros la idea es suscitar material físico que pueda ser filmado y sirva para crear un video-circo que sea el espacio de encuentro -ficticio- entre nosotrxs y ellxs. Un lugar en el que podamos encontrarnos a pesar de la imposibilidad de viajar. 

Es viernes -no recuerdo el día exacto-, tengo terapia a la mañana. Antes de salir me miro al espejo y me doy cuenta que estoy vestido todo de negro, “me vestí de luto” pienso. Cuando salgo de la sesión me voy a la casa de Pablo, donde tenemos nuestra última reunión para planificar los encuentros que vamos a llevar a cabo. Conversamos un rato mientras comemos hasta que se nos aparece, así como esos hallazgos mágicos de la investigación, la siguiente imagen: 

tres cuerpos caen, desde una altura imaginaria, a un espacio en ruinas. Movidos por el deseo y la fantasía empiezan a reconstruir ese espacio con los escombros de un pasado que se resignifica en ese gesto reconstructivo. 

Sentimos mucha tranquilidad de -al fin- tener algo más específico sobre lo que trabajar. Empezamos a pensar pruebas y ejercicios para llevar a los encuentros; formas de ponerle el cuerpo a esa imagen. Sentimos la necesidad de pensarnos en ruinas, constituidas por las grandes dificultades para encontrarnos y continuar ensayando los proyectos que teníamos pre-pandémicos, con nuestros cuerpos oxidados sin poder entrenar con facilidad y periodicidad, y una gran desmotivación creativa. 

Cuando comenzamos a poner en marcha el imaginario que se (nos) empieza a despertar, recibo un llamado de mi madre. La atiendo mientras siento que algo estaba pasando. Me pregunta dónde estoy, con la voz rota del llanto, y me dice que mi cuñada -que estaba en el mes ocho de un embarazo gemelar- había perdido el embarazo. Permanezco en silencio, sin poder emitir una respuesta; agarro mis cosas y apenas enuncio lo que ocurre. Estoy en bicicleta, mientras pedaleo siento que el suelo ya no me sostiene, que las cosas se vienen abajo y yo caigo con ellas. Mareado y sin aire tengo la fantasía de pedalear sin pausa y sin un destino, acelero cada vez más en un intento por sentirme vivo.

17 de mayo de 2021 

Es lunes, pasaron tres días del acontecimiento, hoy es el primer encuentro virtual con nuestrxs colegas ingleses. En 72 horas todo ese imaginario que surgió en la reunión del viernes está manchado, intoxicado, contagiado por el duelo. Esa idea del cuerpo cayendo y el mundo viniéndose abajo con él ya no es una simple imagen, es una sensación concreta que me recorre el cuerpo. 

Uno de los primeros ejercicios que probamos es indagar cómo resuena la idea de que el cuerpo esté en ruinas. Decido cada tanto lanzarme al espacio y pensar a través del movimiento cómo es mi cuerpo en ruinas. Tomo algunas notas (6) en cada intento: 
- Todo va en reverso, camina y se desplaza hacia atrás
- Otra forma de moverse
- Ocupa los bordes del espacio. Hay movimientos que si fueran hacia adelante serían bruscos pero en rewind no lo son. 
- Mirada y energía hacia el techo, el cielo. Poder inexorable en las alturas. 

Me atraviesa la sensación de estar viviendo un absoluto presente. No hay futuro, no hay plan. Sin embargo mi cuerpo se mueve en reversa, quizás en un intento por (des)hacer la historia y rebobinar la película. 

19 de mayo de 2021 

Es el segundo encuentro. Durante el taller tomo las siguientes notas: 
- El material surge mejor si sale del juego propio de la experimentación, la investigación. 
- Lo errático del ejercicio baja la expectativa del deber y se torna más genuino 
- No tengo expectativas y eso me tranquiliza. 
- Estoy muy seguro de todo esto que está pasando. 
- Este nuevo cuerpo es un espacio seguro para existir. 

26 de mayo de 2021 

Quinto encuentro. Rescato esta nota entre todas las que escribí: 
- A algunxs les hace bien ser otrx

20 de julio de 2021

Hoy comenzamos una segunda instancia del proceso creativo, ya sin nuestrxs colegas ingleses. Decidimos como colectivo que yo ocupe el rol de dirección, entonces estructuro el ensayo en pruebas, ejercicios o consignas para investigar físicamente. Empezamos a probar cuántas formas hay de caer y nos empieza a interpelar la idea de imaginar que los cuerpos son capturados en el instante en el que entran en contacto con el suelo. No nos convoca la literalidad de la caída, ni todo su recorrido; solo nos importa el momento en el que esos cuerpos tocan el piso. ¿Cómo caer estando en el suelo? ¿Cómo sostener la caída?. 

Aparece la lógica de trabajar pensando en una latencia; partir de una imagen estática para darle vida. Escribo el concepto de latencia sin percatarme de que también describe el lapso de tiempo entre que se contrae una enfermedad y aparecen sus primeros síntomas (7). Definitivamente esa caída es el síntoma de algo, la necesidad de experimentar un cambio de plano, de dar vuelta la perspectiva y torcer el destino. Hace unos días leí un ensayo de Alexandra Kohan sobre el síntoma, donde lo piensa como una forma de resistencia a la norma y el disciplinamiento, una forma de irrupción del cuerpo que se niega, de esta manera, al sistema narcótico, a permanecer dormido (8). 

Agosto de 2021

Me resulta indispensable hablar de las fantasías y los deseos escénicos de cada unx de nosotrxs para tenerlos en cuenta a la hora de planificar los ensayos e incluirlos en el dispositivo de búsqueda y creación.

Durante varios encuentros probamos establecer distintas relaciones con la caída. Aparecen indagaciones sobre el peso, la suspensión y el sostener(se) -entre otras-. Por momentos la caída es una imagen, por momentos es una experiencia corporal y por momentos es un imaginario físico que nos invita a desplazarnos por el espacio de formas singulares. Muy sutilmente empiezo a sentir que la imagen de la caída nos hizo caer en un círculo vicioso del que vale la pena intentar salir. Desviamos sutilmente el rumbo y probamos consignas diversas que todas tienen una raíz común, indagan la relación del cuerpo con otros cuerpos y con el espacio. Vuelve a aparecer la idea de colectivo, la idea de componer un cuerpo escénico común que sea más que la suma de las partes. Trabajamos a partir de consignas que buscan enredar los cuerpos y perder la individualidad, especialmente escondiendo la cara. ¿Para ser una masa tenemos que ir hechos un cúmulo de cuerpos? ¿Si nos movemos de forma separada pero sintónicamente seguimos siendo masa?. Esta nueva investigación física, en diálogo con la caída, comienza a proponernos indagar sobre las variaciones posibles del tono del cuerpo. Mientras que para sostener la caída necesitamos una presencia activa de todos los músculos, para volvernos una masa tenemos que ablandarnos, fundirnos en un ritmo común.  

En mis procesos de investigación intento ir descubriendo qué cosas (me) propone el material físico y escénico, intento no imponer algo, sino dejarme impactar por lo que acontece en los ensayos. Cuando estoy en medio de una creación estoy pensando todo el día en eso. Me despierto y me duermo pensando en el proyecto, inconscientemente articulo recuerdos con fantasías y deseos que, en el mejor de los casos, decantan en imágenes, pruebas y propuestas para llevar al ensayo. Para crear hay que saber percibir, hay que abrir la(s) sensación(es) y mirar con todas las caras del cuerpo. 

17 de agosto de 2021 

Continuamos probando la posibilidad de construir un único cuerpo, lo llamamos entre nosotrxs como “lxs tres son unx”. Esa masa corporal es blanda, puede replegarse y desplegarse pero también sostiene todo lo necesario. La forma que tiene de desplazarse por el espacio parte de una lógica acrobática. El circo -o el lenguaje acrobático para ser un poco más específicos- es una forma de pensar la potencia del cuerpo; es la posibilidad de que, a partir de determinados estímulos, esa masa adquiera formas sorpresivas, vertiginosas y riesgosas. 

De forma paralela, seguimos indagando en la posibilidad de hacer foco en ese umbral físico en el que el tono del cuerpo cambia. Probamos formas más abruptas o más sutiles de dar lugar a ese pasaje; corremos un poco el límite y nos proponemos intentar generar cambios abruptos del tono en el medio de una acrobacia. En una de las tantas veces que lo probamos, yo salto y tensiono con mucha decisión mi cuerpo a tal punto que caigo seco al piso. Lo primero que hago es reír.

Caer torcido

A veces es bueno caer en el vacío
Jonas Mekas

Durante septiembre y octubre de 2021 formé parte del seminario de posgrado que dictó val flores en la EAyP/UNSAM. En una de las clases -específicamente la del 19 de octubre- una compañera de dicho espacio dijo que no habían podido discutir y decidir una forma de leer el texto que habían escrito -junto al grupo que integraba y en el marco de un ejercicio propuesto- porque ya estaban jugadas, haciendo alusión a que no tenían más tiempo. Apenas escuché esa expresión “estar jugado” me rememoró todos los recuerdos que mencioné recién. Hay algo de esa frase que me transmite una suerte de ahogo, una falta de aire; como ese viernes que, luego de recibir ese llamado de mi madre, empecé a pedalear con la falsa ilusión de no tener un rumbo fijo. 

Pensando en ese estar jugado, ¿y si en vez de estar todo dado es una posibilidad de capturar ese instante en el que todavía algo puede pasar?. Desisto de pensar la vida -y necesariamente la muerte- como algo dado, de entenderla(s) como algo natural o esencialista. En ese sentido, reivindico la idea de cuerpo como una construcción singular, propia y desviada de las normas heterosexuales.  

A partir de esto, recuerdo que cuando empecé a tomar clases de acrobacia, sentí una gran sensación de libertad y de sorpresa. Cada nuevo truco que aprendía era como un diccionario que se iba engordando de entradas, mi cuerpo tenía cada vez más posibilidades, más alcances, más recursos para desplegarse en el aire y para poder aterrizar con seguridad en el suelo. Sin embargo, cuando el entrenamiento se incrementó exponencialmente me sentí muy encasillado en las formas de la disciplina, y empecé a desaprender lo que había incorporado en los años previos. Durante mucho tiempo sentí una gran incomodidad con el circo, nunca me gustó entrenar, nunca sentí placer por la disciplina. Algo de todo eso me fue expulsando del universo circense, me fue dejando al márgen. Desde ese borde empecé a sentir que el circo podía tener otra forma de ser imaginado; caminé por sus fronteras y sus límites opacos para buscar la fisura por la cual poder (in)filtrarme en ese mundo. 

Se hizo cuerpo la noción de entender al circo como forma de pensamiento, que necesita y reivindica la fisicalidad como potencia, como forma inesperada, sorpresiva y riesgosa. Solo me conmueve imaginar al circo desde una perspectiva torcida, que escape de los paradigmas modernos que lo constituyeron y lo volvieron una práctica disciplinadora y limitante. Sin darme cuenta, el proyecto del Colectivo Bordel es un intento por volver escénico ese imaginario. La posibilidad de construir un cuerpo acrobático no-humano, de tomar riesgos que sirvan como disparador y carguen a la investigación de energía vital. 

En octubre del 2021 fuimos invitadxs a presentar una primera versión del proyecto en el marco de un ciclo de obras de circo contemporáneo. Ese momento no solo fue una gran oportunidad para darle una forma performática al material surgido de la investigación, sino que también fue una instancia para poder posicionarnos ante el trabajo y lo que a nosotrxs nos generaba. Una de las frases que más (nos) dijimos fue: juguémosnosla, tomemos riesgos, juguémosnosla. Solo es posible estar jugado si uno se la juega. Solo en esa decisión y ese impulso algo puede jugarse. En ese estar jugado algo -todavía- puede pasar porque es posible reivindicar esa intención deseosa de dar algo. 

Me permito, entonces, proponer una pequeña intervención, operar sobre la palabra jugado y sugerir otra posibilidad. Tirar la palabra desde lo más alto y que al caer torcido se rompa y se vuelva escombros que juntos forman otra, juga(n)do. Volver gerundio el presente para que algo pueda seguir sucediendo, aún cayéndose. Quizás por esto mismo me reí cuando caí seco al suelo en el ensayo que mencioné anteriormente, por la diversión propia del juego. 

Pensando en las caídas que habitan mi cuerpo, ¿si caer torcido no es lastimarse, lesionarse, sino poder habitar la caída de otra manera?. Se abre un espacio para dar, y es este punto el que se relaciona con la idea de no entender las cosas como algo dado. Es correrse de lo cerrado y volver a abrir el juego: es necesario dar la vida, dar el duelo, dar la caída, dar el cuerpo, dar la escritura.  

Estar juga(n)do es ese instante en el que el horizonte se confunde con el cielo, el mundo adopta otra perspectiva, se confunde el arriba con el abajo. Caer, entonces, es una experiencia epistemológica, algo así como desarmar un mundo y sus normas. La absoluta e irremediable necesidad de construir una experiencia propia, armar un espacio en donde la vida y la muerte, la caída y el salto, se mezclan, se destruyen, se vuelven escombros. Caer es ver desde otra perspectiva, viniéndose uno abajo con el mundo, con el vértigo de la sorpresa y la violencia que lleva consigo.  

Caer dos años después. Epílogo.

Dos años después de ser escrito, este texto se incorpora torcido luego de su caída inaugural. De forma sigilosa, íntima y pública a la vez, empieza a circular entre compañerxs y amigxs que lo leen con entusiasmo silencioso. Recibo a su vez, la invitación generosa de publicarlo y siento la necesidad de agregar este breve final. 

Este ensayo funcionó como punto de apoyo accidental -como una caída- que lentamente fue construyendo una forma de pensar en mi vínculo con el circo. Fue armando un juego entre palabras, experiencias y reflexiones que dieron origen a nuevos proyectos, nuevas escrituras y nuevas relaciones. Significó una puerta de entrada para empezar a trazar epistemologías críticas de mis procesos de creación y una forma concreta de entrecruzar modos de vida y modos de creación. Allí donde se conjugan  apariciones místicas que arman una red de sentido, entre la tragedia, el accidente, la lectura, y la potencia de resignificación conmovedora de intentar escuchar qué sentidos despiertan los diferentes elementos que se entrecruzan. Una forma e/afectiva de construir una teoría vital. 

Dos años después este texto sigue cayendo hacia lugares desconocidos.  

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Este texto forma parte del registro del proceso de creación colectiva del Colectivo Bordel, conformado en 2018, año en que comenzaron la creación de su ópera prima, “Moiras". 

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Notas
1. Jonas Mekas (2021). Ningún lugar adonde ir. Ciudad Autónoma de Buenos Aires: Caja Negra.
2. Colectivo argentino de circo contemporáneo fundado en el año 2018 por Isabel González, Pablo Muschietti y Francisco Negri. Llevan a cabo proyectos que cruzan arte y ciencia a través de formatos diversos. 
3. Esto ocurrió en una de las clases del Laboratorio de Circo Contemporáneo “Eureka”, dirigido por Gabriela Parigi, durante 2018. 
4. Correo electrónico enviado por F.N. el día 27 de octubre a las 20:32hs.
5. El proyecto tiene como nombre “Multiverse Experience”. La idea primigenia era viajar a la ciudad de Sheffield en el Reino Unido para llevar a cabo una serie de workshops de investigación escénica junto a lxs estudiantes de la Sheffield Hallam University. El eje disparador era la teoría científica de los multiversos que postula la posible existencia de múltiples universos paralelos e interconectados. 
6. Notas de ensayo escritas en tercera persona como si el cuerpo del que escribo no fuera yo mismo. 
7. Real Academia Española:  https://dle.rae.es/latencia. Consultado el 26 de noviembre de 2021. 
8. Alexandra Kohan, “Elogio del síntoma” https://www.eldiarioar.com/opinion/elogio-sintoma_129_8129368.html 
9. Seminario de posgrado: “Escrituras tránsfugas. Prácticas de desgobierno ficcional”, dictado por val flores dentro de la programa de posgrado en Prácticas Artísticas Contemporáneas, dirigido por Marie Bardet. 

Bibiliografía
Marie Bardet. (2020). “¿Cómo def-hendirse en un hueco, en cuero y en culo (del mundo)?. Lecturas des-ubicadas y calientes” en Metafísicas sexuales Canibalismo y devoración de Paul B. Preciado en América Latina. Madrid: Egales. [En prensa]. Pag. 1 a 12. 
Rosario Bléfari. (2021). Diario del dinero. Ciudad Autónoma de Buenos Aires: Mansalva. 
Vir/ginia Cano. (2021). Dar (el) duelo. Ciudad Autónoma de Buenos Aires: Galerna. 
val flores. (2021). “Introducción. Romper el corazón del mundo”, en Romper el corazón del mundo. Modos fugitivos de hacer teoría. Madrid: Continta me tienes Ediciones. Pág. 35 a 54.
Jack Halberstam (2018). “Trans ¿Qué hay en un nombre?” en Trans*. Una guía rápida y peculiar de la variabilidad de género. Trad. de Javier Sáez. Madrid: Egales. Pág. 17 a 34. 
Donna Haraway (2019). “Una familia de figuraciones feministas” en Las promesas de los monstruos. Ensayos sobre Ciencia, Naturaleza y Otros Inadaptables. Barcelona: Holobionte. Pág 1 a 6. 
Alexandra Kohan (2021). “Elogio del síntoma”, publicación digital en: https://www.eldiarioar.com/opinion/elogio-sintoma_129_8129368.html  
Jonas Mekas (2021). Ningún lugar adonde ir. Ciudad Autónoma de Buenos Aires: Caja Negra. 

 

 

 

 

 

 

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