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Lunes, 01 Abril 2024 13:21

La impotencia, preguntas y un abrazo

Cómo citar este artículo
Laria, Rocío (2024) La impotencia, preguntas y un abrazo. Cuadernosdedanza.com.ar ISSN22508708. Publicado: 1 de Abril.

 

Escribo estas líneas respecto al atentado sufrido recientemente por una militante de DDHH y feminismo, integrante de la agrupación H.I.J.O.S. 

No me siento cómoda compartiendo sin más, el comunicado oficial difundido por el organismo en cuestión. Entiendo que en ese acto unx reafirma su posicionamiento ante sus contactos en la red social y es una forma de no “no hacer nada” ante un hecho como este, una forma de agazaparse entre tanta impotencia entre tanto facismo “democrático”. No me siento cómoda porque me resulta un acto pasivo, un click que habla más de mí que de la crueldad de los hechos. ¿Cómo transmitir lo inefable, ¿cómo lograr que la repetición pasiva no licúe lo monstruoso? Tampoco me siento cómoda ni creo que sea la respuesta, no hacer mención alguna de los hechos.

Me pregunto entonces, qué hay a nuestro alcance para responder ante este tipo de acontecimientos. Otro caso de violencia producto de los discursos de odio que fueron los que alimentaron el intento de magnicidio de Cristina Fernandez de Kirchner mientras era nuestra vicepresidenta y los que contribuyen a que las amenazas vuelvan a ser moneda corriente en la vida pública.

Hay dispositivos de lucha que son tan necesarios como limitados: asambleas, comunicados, carteles con consignas. A veces siento que nos hablamos a nosotrxs mismxs, que estamos angustiadxs, desmoralizadxs, con rabia e incertidumbre, que los mensajes quedan atrapados como burbujas impotentes rebotando en su propio refugio. Me preocupa sobre todo, no tener propuestas superadoras a las asambleas, comunicados, carteles con consignas.

Me preocupa no saber cómo llegar a ese otrx tan distinto. No al arrepentidx que votó a este gobierno, porque no es la intención marcar a nadie, no somos gorra, tampoco tiene sentido castigarles con un “jodete” o echar culpas, mas sí procurar que se responsabilicen.  Pero hablo del otrx más otrx, aquel que está convencido que este es el camino, que justifica los actos de violencia, que creen los atentados son simples relatos, puestas en escena, que creen que el mercado se regula solo, que se está ajustando a la casta y que la plata que le retienen al Arte y la Educación son redireccionados a “los chicos del Chaco que tienen hambre”. 

¿Cómo hacemos para comunicarnos con esas personas? ¿Hay vías posibles? ¿Vale la pena? Pensar en esto nos enfurece, nos entristece. ¿Se dialoga con fachxs? ¿Y qué hacemos con ellxs, entonces? Porque pase lo que pase con el gobierno en los próximos meses o años, esas ideas no desaparecerán. Jorge Julio López desapareció por segunda vez, en plena democracia. Las cosas, las bestias van y vienen de la sombra hacia la luz y viceversa, pero no significa que desaparezcan. 

Pienso entonces que podemos desplegar un trabajo macro, militar, reunirnos, reventar la plaza y además uno más fino, del orden de lo subjetivo e intersubjetivo, darnos un espacio en la semana para pensar, sin tanta carga emocional, cómo hacer para habilitar la  reflexión profunda de nuestrxs estudiantes, sobrinxs, vecinxs, compañerxs, de algún modo lograr enfrentarlos cara a cara con su fascismo anti-humano (¿Le conmueve lo humano? ¿Qué es humano para ésta gente? ¿Qué es humano para mí?).

Sin tanta emocionalidad, sentarnos a pensar modos eficientes de diálogo. Desde el enojo y la rabia no se persuade a nadie. Estuve mucho tiempo enojada con lxs votantes de Milei, porque en realidad no sabía con quién más estarlo, además de la dirigencia política en general, era mucha la furia y muy grande el desconcierto.

En la última asamblea que llevamos adelante en la institución dónde estoy estudiando, se votó a favor la moción de crear algo así como una Comisión de Lucha cuyo objetivo es justamente, reunirnos a pensar inteligentemente, estrategias para llevar adelante la resistencia ante las políticas de ultraderecha, la represión y la violencia simbólica que transcurre a diario en las calles y en internet. Un espacio que nos permita accionar premeditadamente en nuestras maneras de decir y hacer, además de pintar el cartel y la bandera. La arena de disputa es transversal a todo tiempo y espacio, no se agota en una jornada, en una convocatoria, en un posteo o like.

Hoy se disputa algo más allá de lo presupuestario, se disputa el sentido sobre el arte, la cultura, la patria, la educación,el mercado,la  pobreza, los derechos, etc. Lo curioso es que, como dijo la profe de Semiótica, esa disputa está siendo, sorprendentemente, en el plano literal. Lo dicen por la cara. No hay que andar leyendo entre líneas que el Protocolo de Seguridad habilita a disparar por la espalda y sin necesidad dar la voz de alto primero, o que los recursos naturales se venden al mejor postor, o que el actual presidente no cree en la Democracia. Hemos desarrollado, a través de las décadas y el dolor, formas victoriosas en la denominada batalla cultural. Hoy, donde todo se expone en el plano de lo literal, nos indigna y desconcierta. Nuestros símbolos son perforados por la voz en cada conferencia de prensa presidencial.

No tengo idea de cómo gestionar mis emociones ni sentimientos, cómo somatizar lo menos posible, cómo proteger mi humor cada día ante tantas malas noticias y cómo no sobresaltarme cada vez que voy al almacén.

Tampoco es que quiera minimizar al extremo los efectos que tiene habitar un país gobernado por un tipo como Milei y compañía. No quiero fingir demencia. Quiero, necesito encontrar un punto en el que pueda participar activamente en la resistencia y oposición, y a la vez cuidarme psíquica y emocionalmente. Quiero encontrar una síntesis ecológica que abrace el abanico de mi ecosistema interior y el panorama exterior, con toda la complejidad que nos traen las fronteras. 

Pareciera que vivir coherentemente en este mundo es un desafío superlativo. 

Para caminar en la calle sin morir de desasosiego, es preciso desarrollar la habilidad de activar y desactivar la sensibilidad, o al menos moderarla. O al menos poder saber qué hacer con todo eso cuando llegues al trabajo, a tu casa, al bar o la casa de tu amiga. Tener a mano la curita, la canción, el cuaderno, el abrazo. 

Comparto esta impotencia que me estruja desde atrás la columna vertebral, como un corset para los huesos, por eso quiero abrazar a través de estás palabras, a todxs quienes tienen un llanto que le sigue de cerca, como una nube negra sobre la cabeza a punto de romper. Un abrazo seguido de silencio. Y un sol, después de tanta tormenta.

 

Publicado en En palabras
Lunes, 01 Abril 2024 12:51

24 de marzo, 2024

Cómo citar este artículo
Eiff, Bel (2024) 24 de marzo, 2024. Cuadernosdedanza.com.ar ISSN22508708. Publicado: 1 de Abril.

 

Esta vez sí que marché. 

Con varixs amigxs nos encontramos en la puerta de casa para ir caminando hasta Plaza de Mayo o hasta encontrar la columna mostri, punto de encuentro de mi amiga Ceci, la capitana de nuestra marcha. 

El día estaba precioso. 

El 24 de marzo en Argentina es el Día Nacional de la Memoria por la Verdad y la Justicia en el cual se conmemora a las víctimas de la última dictadura militar sucedida entre el 24 de marzo de 1976 y el 10 de diciembre de 1983. Las primeras marchas empezaron en 1984, justo un año después de la caída de la junta militar, en la ciudad de Rosario y contaban con una convocatoria de alrededor de 700 personas. En 1985 la agrupación Madres de Plaza de Mayo recogió el guante y empezaron a marchar cada 24 de marzo hasta el día de hoy. Históricamente, estas marchas han funcionado como un momento de expresión popular dirigido a las autoridades de turno. 

¿Qué decir de este gobierno y sus políticas que no sea una enumeración de las noticias espantosas que se suceden todos los días? Pensé, y me preparé, para que la marcha fuera un momento solemne, donde nos encontraríamos a abrazarnos y a tomarnos de la mano con expresiones serias para cantar Milei, basura, vos sos la dictadura.

Para mi sorpresa, la experiencia fue otra. Excepto porque sí cantamos, muchísimas veces, Milei, basura, vos sos la dictadura

Llegamos al Congreso y tomamos Avenida de Mayo hasta que la ciudad se abrió delante nuestro en la intersección con la 9 de julio. Como si estuviéramos recorriendo una kermesse, vimos una chica en el suelo dejando que tracen su silueta con pintura blanca, títeres gigantes y personas vendiendo pañuelos de cerámica por el valor de un alimento. No había policía por ningún lado, excepto uno o dos efectivos cortando la 9 de julio. 

“Es que no da (que haya policía)”, me dijo alguien, “No da”... Por supuesto que no hubo ningún incidente a pesar de la cantidad de gente que sí había: miles y miles y miles de personas. Podría decirse, inclusive, que a falta de incidentes, hay un “exceso” de buena onda entre todxs los que marchamos. Por cada tropiezo, al menos tres voces preguntarán si estás bien y si de casualidad alguien empujó a alguien, lx empujadx dirá con una sonrisa “no pasa nada”. Como un código implícito conjurado para este día, la buena predisposición es ley. 

Nuestra troupe se sumó a la mostri, columna que reúne colectivos transfeministas y LGBTIQ+, y empezamos a avanzar. Tardamos alrededor de tres horas en hacer cinco cuadras, lo cual me permitió ir entrando en la situacion, estar, sentirme parte. Entre carteles de “Fueron 30.400” en conmemoración de las disidencias sexuales desaparecidas o “Defendamos Telam”, el que tuvimos adelante todo el tiempo rezaba  “Sexo anal contra el capital”. 

Mientras avanzabamos pasito a pasito, suave suavecito, comimos marcianos helados, vimos al gobernador Kicillof saludar desde una camioneta mientras lxs chicxs gritaban “¡Axel! ¡Axel!” como si de Lali Espósito se tratara. Vimos, también, un móvil gigante de pañuelos de papel de todos colores colgar de un semáforo, medias en oferta (¡dos pares por mil quinientos pesos!) y un puesto que ofrecía pañuelos para todas las causas. Pasamos al lado de una radio que realizaba su transmisión en vivo y que puso la canción de Charly y Aznar, Hablando a tu corazón. Todxs movimos la cabeza y los labios siguiendo, cada unx, la parte de la letra que sí se sabe. 

No importa el lenguaje ni las palabras

Y las tonteras que se paran al ver nuestro amor

Quiero que me escuches y que te abras

Estoy hablando, hablando hablando a tu corazón

Después de dos horas y dos cuadras, justo cuando nuestras fuerzas empezaban a flaquear, compramos choripanes y bondiolas; fernet y cerveza. La bondiola estaba gloriosa.

Finalmente, llegamos a la plaza. Encontramos un pedacito de pasto, nos sentamos, descansamos y esperamos la lectura del documento de las agrupaciones de izquierda mientras se sucedían las reflexiones y los cantos:

Mi preferido: Abuelas de la plaza, el pueblo las abraza
El clásico: Olé olé, olé olá, como los nazis les va a pasar, adonde vayan los iremos a buscar
El infaltable: Milei, basura, vos sos la dictadura

Nos volvimos un rato antes de que termine el evento. Caminamos de nuevo hasta la puerta de mi casa. Cansadxs, nos abrazamos y nos despedimos. 

Me encantó venir este 24 de marzo. La sensación de ser una entre miles, de formar parte de algo más grande que yo, me alivió, me hizo sentir más ligera. Estar en la escena pública, caminar por horas, compartir la experiencia con mis amigxs me sacudió el bajón. Me agotó y me dio fuerza. Se sintió como una pausa del presente cruel y pesado que nos rodea. Terminó siendo algo que no esperaba: una verdadera celebración.

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